Una experiencia de compromiso

Voluntariado en el Colegio Sagrado Corazón de Godella

Desde siempre en el Colegio Sagrado Corazón de Godella, y a través de distintas iniciativas pedagógicas, se ha promocionado el compromiso social del alumno. Consideramos que es uno de los pilares de la herencia educativa de Magdalena Sofía Barat y, como tal, debe impregnar la tarea de la comunidad educativa. Queremos que nuestros alumnos sean futuros ciudadanos competentes en la transformación de aquellas estructuras que deshumanizan un mundo, en demasiadas ocasiones, poco habitable y fraterno.

Tradicionalmente se ofrecía una propuesta voluntariado a los alumnos de 2º de Bachillerato. Esta consistía en un programa de formación que culminaba en una mesa redonda en la que participaban distintas ONGs, tras la cual se facilitaba a los participantes en el curso unos días de observación en aquella ONG que eligieran. De dicha observación el voluntario presentaba una memoria reflexiva con la que se bonificaba el resultado en algunas materias del curso académico.

El resultado de esta experiencia siempre fue muy bien valorado por todos. Sin embargo, nos dábamos cuenta de algunas limitaciones. Mencionamos dos de ellas: a) se trataba de una actividad diseñada para el curso terminal y cada año se iniciaba y acababa en él, por lo que no había una continuidad y, consecuentemente, no tenía lugar la permanencia de un voluntariado articulado en el colegio; b) el hecho de que finalmente la actividad tuviera una pequeña gratificación académica para el alumno era, sin duda, un incentivo que revertía en detrimento de una acción estrictamente voluntaria.

En el curso académico 2015-2016 nos planteamos cómo articular un voluntariado que fuera permanente y con continuidad de un curso para otro. Pensamos que debía abrirse a toda la comunidad educativa para llegar a consolidar un grupo-acción. Comenzamos por abrir la propuesta de voluntariado a los alumnos de 1º de Bachillerato y a exalumnos, algunos de estos últimos participaron en el plan de formación presentando alguna de sus experiencias. Se formaron pequeños grupos que fueron invitados a visitar diversas ONGs, con las que previamente se había pactado una entrevista formativa en sus respectivas sedes. El objetivo era que cada grupo fuera portavoz en el centro de las actividades y los principios de acción de la ONG que les había acogido, comenzando por compartir en el gran grupo de voluntarios la vivencia del pequeño grupo.

De esta actividad surgió un resultado imprevisto que determinó, en parte, el decurso del voluntariado y su visibilidad en la comunidad educativa. Uno de los pequeños grupos había establecido su contacto con la ONG Amaltea que trabaja en un barrio con alto índice de marginalidad infantil y juvenil. Una de sus actividades es realizar clases de apoyo escolar en las aulas de un colegio. Las alumnas que formaban dicho grupo quedaron realmente impactadas y fascinadas por dicha labor, por lo que, con decisión y empuje, propusieron la realización de algo semejante en nuestro Colegio.

Valorada la propuesta por los coordinadores del voluntariado y el equipo directivo, teniendo en cuenta todos los pormenores legales que conllevaba y habida cuenta que en el entorno inmediato del Colegio no existe una bolsa de población infantil o juvenil de especial vulnerabilidad, se decidió establecer clases de repaso para nuestros propios alumnos de primaria y primer ciclo de secundaria. A dichas clases acuden aquellos niños que tienen algún tipo de necesidad de refuerzo académico y requieren, por alguna razón, de nuestra acción de voluntariado.

Actualmente contamos, para esta actividad, con unos 50 voluntarios entre los alumnos de 4º de ESO, 1º de Bachiller, 2º de Bachiller y exalumnos universitarios, que se comprometen un día a la semana. En el presente curso académico las clases de repaso se realizan lunes, martes y jueves, siempre supervisada por un voluntario del profesorado. Actualmente los profesores/as implicados somos 7 y contamos, siempre, con el apoyo del equipo directivo, que es quien gestiona institucionalmente y supervisa, como es natural, el proceso.

Cada alumno y cada voluntario tiene un día asignado y se procura que a cada voluntario se le encomiende un máximo de dos alumnos. A las 16:30h, acabada la jornada, voluntarios y niños acuden a un punto de encuentro establecido. Hasta las 16:45h los voluntarios, siempre bajo la supervisión del profesorado de turno, se encargan de que cada niño meriende y luego se entra en clase a realizar la tarea hasta las 17:45h. Se recoge y los voluntarios acompañan a los niños al encuentro con los padres. Es interesante comprobar cómo los padres se dirigen al voluntario responsable de su hijo e intercambian impresiones, es sin duda un momento de recompensa afectiva que hace constatar al voluntario la importancia de la tarea que realiza.

En cada sesión los voluntarios rellenan una planilla conjunta de incidencias que se deja en portería para que, al día siguiente, la recoja la Directora de Primaria e informe a los tutores correspondientes. Dicha planilla consta de varias columnas que responden los siguientes conceptos: nombre y curso del niño, deberes previstos, trabajo realizado, observaciones, nombre del voluntario y firma del mismo. Es obligatoria su cumplimentación para que pueda haber la correspondiente retroalimentación. Las tareas abordadas son las que la agenda de cada niño refleja o las diseñadas por el tutor para quienes deben reforzar aspectos particulares.

Esta actividad concreta de voluntariado conlleva un claro enriquecimiento académico y educativo en general para el propio voluntario. Baste señalar estas dos consecuencias: Por un lado, es reconocido por muchos voluntarios que el hecho de tener que explicar a los más pequeños las tareas les sirve para recordar y consolidar conocimientos que ellos ya habían olvidado y, por otro lado, se ha observado un cambio de actitud en algunos voluntarios que, en su proceder habitual, mostraban con un comportamiento disruptivo. Esto nos lleva a afirmar que estamos ante una experiencia típica de “aprendizaje-servicio”. A esto podríamos agregar el correspondiente ejercicio de responsabilidad que realizan fomentando ciertos hábitos que, sin duda, les sitúa en una tesitura adecuada para el descubrimiento de valores. Por todo ello, esta iniciativa está siendo muy valorada por la comunidad educativa, especialmente por los padres.

Aunque nos hemos ceñido a describir la actividad del grupo de voluntariado que, por ahora, está siendo más visible, no obstante, estamos realizando otras de un modo más incipiente. Así, cabe mencionar la realidad de un grupo de reflexión-acción formado por cinco exalumnos que colaboran en la intendencia y formación del voluntariado y que se reúne, cada cierto tiempo para compartir su experiencia, en la casa de la comunidad de RSCJ. Algunos de estos voluntarios colaboran con Casa Caridad, con acogida de refugiados o directamente en la actividad colegial que hemos reseñado.

El objetivo es que a lo largo del tiempo todo esto se vaya consolidando y se articule un voluntariado abierto al trabajo que las ONGs realizan, bajo la inspiración del carisma de las RSCJ. Por ello hemos elegido denominarnos: Grupo de Voluntariado Rosa Filipina Duchesne.

Rafael Ortiz 

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