Nuestra formación

La formación es para nosotras un modo de disponernos ante la vida

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El amor de Jesús, tal como se manifestó en su vida entera, configura nuestro estilo de formación. La formación es para nosotras, RSCJ, un modo de disponernos ante la vida, una invitación constante a aprender, a crecer, a dejarnos transformar.

La comunidad es el lugar donde somos llamadas por Dios a vivir como hermanas y donde, a veces, también recibimos la bendición de la amistad tan valorada por Sofía.

Nuestra vida juntas es un don y un proceso que nos invita a una transformación constante y siempre supone un desafío para nosotras. La comunidad es el lugar central de nuestra formación, en el que somos trabajadas a través de las relaciones y nos ofrecemos posibilidades para vivir una mayor integración.

Para Sofía «el espíritu de la Sociedad está esencialmente fundado en la oración y en la vida interior» (Const. 17). Ella nos invita a cuidar nuestra vida interior, porque es fuente de fecundidad, gozo, y vitalidad para nosotras. Reconocemos una vida interior saludable cuando ésta se manifiesta en la calidad de nuestras relaciones, en nuestra capacidad de intimidad y en nuestra entrega a los demás.

Queremos comunidades con una vida sencilla y entre los pobres. El Reino y la misión de Jesús son el horizonte y el sentido de nuestra formación. En la vida cotidiana los pobres participan en nuestra formación, nos enseñan a ser generosas y acogedoras porque ellos nos reciben con generosidad, a pesar de su falta de recursos, y también nos aportan elementos para discernir lo esencial, cuando vemos y tocamos sus carencias. La simplicidad y la gratitud por los dones de cada día son elementos que proporcionan gozo y que queremos cultivar.

 

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