«Casada, madre de familia, profesora de Bachillerato del colegio Santa Mª del Valle de Sevilla y con un profundo sentimiento de pertenencia a la gran familia del Sagrado Corazón. Apasionada de mi trabajo y una privilegiada de hacer lo que me gusta que es enseñar y educar a los jóvenes para transformar el mundo.»
Mc 6, 30-34
Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo:
—Vosotros venid aparte, a un paraje despoblado, a descansar un rato. Pues los que iban y venían eran tantos, que no les quedaba tiempo ni para comer.
Así que se fueron solos en barca a un paraje despoblado. Pero muchos los vieron marcharse y se dieron cuenta. De todos los poblados fueron corriendo a pie hasta allá y se les adelantaron. Al desembarcar, vio un gran gentío y se compadeció, porque eran como ovejas sin pastor. Y se puso a enseñarles muchas cosas.
¿A QUÉ NOS COMPROMETE ESTE MENSAJE EN NUESTRA REALIDAD DE CADA DÍA?
- En primer lugar Jesús se pone contento por nosotros, comprende nuestro cansancio, por eso nos invita “a un lugar despoblado” (Mc 6,31) “para descansar un poco”, conoce bien la fatiga que la misión y el trabajo de cada uno implica y sabe también que es importante recuperar las fuerzas, porque, también Él, algunas veces, se retiraba en lugares desiertos a orar. Este mes de julio es propicio para el descanso, para las vacaciones con familia, para hacer cosas diferentes que nos saquen de la rutina del curso y para buscar pequeños espacios para cuidar de uno mismo dedicándolos a aficiones y a momentos de reflexión y silencio. Todos necesitamos el descanso para recuperar la armonía interna, esta armonía que se ha visto amenazada por el exceso de actividad durante el curso, en cualquier orden de cosas. El estrés que padecemos se debe a que no tenemos tiempo para nosotros mismos y esto nos impide vivir cada momento con la profundidad que se merece.
- En segundo lugar, seguramente durante estos meses de verano tendremos más espacios de tiempo y lugares para hacer silencio, momentos de reflexión e interioridad, momentos de encuentros con ÉL, de hablarle de nuestras inquietudes y de escucharle. ¡¡Necesitamos del alimento espiritual, parar!! Si acudimos, Él nos llenará con su Palabra, nos llenará el corazón y nos sentiremos acogidos y saciados, como el gentío de este evangelio, al que Él atendió. Además, la época estival es muy apropiada para “orar con los sentidos”. Como nos dice San Ignacio: Vamos tan deprisa por la vida que no nos damos cuenta de:
La maravilla de ver…
La maravilla de oír…
La maravilla de gustar…
La maravilla de oler…
La maravilla de tocar…
- Aprovechemos los viajes para orar con Dios en la orilla del mar, subiendo una montaña, contemplando un amanecer, observando las estrellas… en todos estos lugares está Dios y podemos conectar con él. También podemos orar con la sonrisa de un abuelo, la mirada inocente y feliz de un sobrinillo…
- Dejémonos sorprender y admirar por el gusto, saboreando una comida familiar, agradeciendo el alimento de cada día.
- El tacto, ¡Cuántas cosas hacemos con nuestras manos y qué olvidadas las tenemos! Nuestras manos son el mejor vehículo para relacionarnos con los demás, para abrirlas, extenderlas, acariciar, dar un apretón de ánimo…Con ellas también oramos, nos persignamos y nos damos a los demás…
- El olfato. Estemos atentos a la variedad de olores que nos brindará cada día: olor a mar, a sal, pan recién hecho, olor a mi madre, olor de una casa familiar… Pedir a Dios que cada uno irradiemos como Cristo “buen olor”, que dejemos “buena estela” haciendo el bien a los demás.
- Orar con el oído. Es momento también de escucharnos a nosotros mismos, entrar en nuestro interior y desde ahí, desde lo más profundo, escuchar lo que Él nos dice. Y además maravillarnos de los sonidos de la naturaleza, de los pájaros, del viento, de las olas, de los arroyos, de las historias de nuestros mayores…
- Por último, este evangelio nos hace un llamamiento para romper los planes con los amigos, las actividades programadas, para atender las necesidades imprevistas. ¡Ay! Qué mal nos sienta que nos cambien los planes, salir de lo cómodo y esperado, de lo deseado y planificado… tenemos que dar un paso adelante en el amor. Pensar en los demás, ponernos en su suela de zapato. Dedicarnos a nosotros y dar tiempo a los demás no son dos aspectos que se puedan separar: CONTEMPLACIÓN Y ACCIÓN. Cada vez que nos acercamos a Dios nos lleva directamente a los demás. Y toda verdadera entrega a los demás nos acerca inevitablemente a Dios.
¡FELIZ Y AUTÉNTICO VERANO!
El evangelio de este domingo nos deja DOS MENSAJES CLAROS:
El primero es que Jesús es sobre todo “el señor de la compasión”, y, en segundo lugar, este evangelio es una invitación al descanso, pero un descanso desde el silencio, desde el recogimiento, pues es en nuestro interior donde podemos encontrar nuestro verdadero ser.
PROFUNDIZAR EN EL TEXTO:
Ante todo, empezar por destacar la belleza del texto, es un pasaje bonito, para disfrutarlo… En él contemplamos con gusto la especial atracción que ejerce Jesús sobre la gente. Aquí constatamos con gozo como es admirado, querido, y seguido por la muchedumbre. Es bello también porque se palpa un buen ambiente entre Jesús y sus discípulos, sus amigos. Hay cordialidad, amistad y cariño y Jesús está deseoso de tener un rato tranquilo para descansar con ellos, llevándoselos a un lugar retirado propicio para ello.
La primera idea importante que se nos transmite es el enorme interés de la gente por Jesús. Es importante como “iban y venían y no les quedaba tiempo ni para comer”. Tenían un gran interés por Él, iban corriendo en su búsqueda, sin importarles los quehaceres cotidianos, preferían su alimento espiritual ante todo lo material y mundano. ¿Nos pasa esto a nosotros también?
La segunda idea a destacar es la dedicación de Jesús a la gente, el maestro siente compasión, humanidad… En este evangelio volvemos a ver a un Jesús de Nazaret solidario con las personas más débiles, con una actitud compasiva y humana ante la multitud que le seguía. Sintió compasión por ellos porque vio “que eran como ovejas sin pastor”, y así se convirtió en refugio para los que le solicitaban ayuda. La gente buscaba el alimento espiritual de su Palabra, y entonces Él se hizo cargo y se dedicó a ellos dejando el descanso con sus discípulos.
El tercer punto destacable es la necesidad del ser humano del descanso, descanso en el sentido de silencio, desconexión y conexión con nosotros mismos, con nuestro interior y reposo para abrirnos al alimento espiritual.
Me ha gustado mucho:que nos recuerden :
La compasión de Jesús, que a veces nos cuesta tenerla.
Romper algo programado, es un buen reto!!
Disfrutar las vacaciones de otra forma…en silencio y sabiendo aprovechar cada momento.
Gracias!!