Nuestra historia
Nuestra historia desde el Vaticano II a través de los Capítulos Generales
Supuso la adaptación a las orientaciones Conciliares. A la luz del Perfectae Caritatis se tomaron decisiones significativas sobre las estructuras que habían marcado nuestro pasado: desaparecía la división entre religiosas de coro y hermanas coadjutoras; la forma de clausura vivida hasta entonces dejaba de existir al quedar eximidas de la clausura papal (GS 16); debíamos ajustar nuestro modo de vida al apostolado al que nos consagrábamos (PC 8); debíamos reconocer la diferencia entre ‘tradición’ y ‘tradiciones’ y tener en cuenta las condiciones físicas y psíquicas de cada religiosa (PC 3). Se nos exhortó «a la formación religiosa, apostólica, doctrinal y técnica…» (PC 18) y a estar atentas al modo de sentir y pensar contemporáneo (PC 18).Todo esto nos llevó a entrar en contacto con otras propuestas, ideas y posturas que nos fueron haciendo conscientes de la envergadura de la transformación conciliar.
EL AYER
En París, en el año 1800, Santa Magdalena Sofía Barat trató de responder a las necesidades de su tiempo, después de los graves acontecimientos de la revolución francesa. A través de la educación de niñas y jóvenes, quiso contribuir a una acción renovadora de la sociedad de entonces.
EL HOY
Nuestra historia desde el Vaticano II a través de los Capítulos Generales
Se nos ha confiado un precioso carisma que no es propiedad exclusiva nuestra: pertenece al pueblo entero de Dios y cadaCapítulo General nos da una preciosa oportunidad de mantenerlo vivo y releerlo a la luz de la palabra y de los nuevos contextos eclesiales y socio-culturales, y también de discernir según el Espíritu los nuevos caminos en los que vivir nuestra identidad.
Los Capítulos Generales anteriores al Vaticano II fueron generalmente para elegir a la nueva Madre General, pero a partir del Concilio Vaticano II se han convertido en uno de nuestros principales medios de renovación.
La subsidiaridad, la descentralización y la participación de todos los miembros de la Sociedad se convirtieron en los nuevos principios de gobierno. Creció la inquietud social, se ensanchó el concepto de lo que era ‘educación’, empezaron las fundaciones en barrios y pueblos. Sustituimos, no sin tensiones, el hábito por ropa seglar, formamos pequeñas comunidades muy insertas en el entorno y fueron años preciosos de aprender otros modos de estar entre la gente.La Sociedad del Sagrado Corazón quedaba definida como Instituto Apostólico y, al ampliar los campos de apostolado, nos había abierto el camino de la pluriformidad.
Las opciones que se fueron delineando, iban a marcar intensamente el futuro de la Sociedad: comunidad internacional una y pluriforme; misión educadora como servicio de Iglesia; solidaridad con los pobres y con el Tercer Mundo; renovación en la comunidad fraterna.Fue elegida Superiora General Concepción Camacho, que dijo en la clausura del Capítulo: «Todas llevamos la herencia de nuestra Santa Madre. Su espíritu vive en nosotras y nos urge a seguir adelante, en lo desconocido de ese mismo camino».Las cinco opciones fundamentales modificaron profundamente nuestro modo de inserción en el mundo y la vida de nuestras comunidades, aunque no siempre resultó fácil unificarlas. Cambiamos el logo de la Sociedad: un corazón estilizado y abierto para acoger y reunir, con el mundo en el centro y la cruz sobre él. La contemplación se ensanchaba invitándonos a descubrir el Corazón de Cristo escondido en el corazón de un mundo.
En la apertura del Capítulo la Madre Concepción Camacho reconocía: «Hoy contemplamos el Corazón herido de Cristo en la humanidad desgarrada por las injusticias del mundo; y nuestro carisma nos lleva a solidarizarnos con los hombres en el sufrimiento y en la búsqueda de un mundo más justo y más fraterno».«Este impulso es fuente de unidad; reconocemos que nuestra Congregación lleva en sí una llamada, siempre viva a la contemplación y a la comunión, para ser testigos del amor de Dios entre los hombres. Este Capítulo nos ha hecho experimentar nuestra unidad en el nivel profundo de nuestro carisma, y ha reforzado así nuestra entrega a la misión. Lejos de suprimir las opciones las reafirmamos pero con una postura más humilde y unificada».
Afrontó la compleja tarea de redactar las nuevas Constituciones, como pedía la Iglesia a todas las Congregaciones. Una reflexión sobre el tema movilizó a la Sociedad durante cuatro intensos años y supuso una fuerte renovación en los valores esenciales de nuestra vida religiosa. El trabajo personal y comunitario llevado a cabo fue ocasión para cada una de hacer suya la rica tradición congregacional y de buscar nuevas maneras de expresarla.
El centro de las Constituciones seguiría siendo el Corazón de Cristo traspasado en la cruz, símbolo de Su amor entregado, pero había que vincularlo a las nuevas urgencia surgidas en los últimos tiempos: el sentido de Iglesia, la sensibilidad hacia la responsabilidad personal, la formación continua, la internacionalidad vista como pluriformidad, el sentido educativo, la preferencia por los pobres, la oración y el discernimiento.
Fue elegida como Superiora General Helen Mc Laughlin.
El tema fue ‘Nuestra vocación apostólica’. Celebrábamos así la reciente canonización de Rosa Filipina Duchesne, y nos preguntábamos cómo vivir la vocación apostólica, tan fuerte en ella, en los nuevos contextos políticos y económicos.Éramos más conscientes de los desafíos que nos venían de la interculturalidad que estaban reclamando nuevas estructuras a la hora de abordar los problemas de nuestro mundo: derechos humanos, migraciones, justicia, paz e integridad de la creación. La Comisión Internacional de Educación (CIE) formada por siete RSCJ de diferentes nacionalidades y experiencias educativas había promovido en toda la Sociedad en los años anteriores una visión más global de los problemas educativos y había impulsado la formación permanente de las educadoras.Por primera vez el Capítulo abordó el tema de la dimensión política de la misión, no sólo por la influencia de la recién publicada encíclica Sollicitudo rei sociales, sino también porque, al tratar cada tema, (inculturación, migrantes, jóvenes, mujeres), era evidente la dimensión política que implicaba cada uno de ellos.El Capítulo trató de contemplarlos a partir del carisma y la espiritualidad de la Sociedad y de profundizar en la dimensión internacional, consecuencia de la inserción de cada RSCJ en el mundo. Se vivió un fuerte deseo de pasar de formas de transculturalidad con rasgos aún colonizadores, a una inculturación liberadora.Fue reelegida como Superiora General Helen Mc Laughlin.
El Capítulo exhortó a vivir el rol profético de la Vida Religiosa en la construcción del Reino de Dios. El deseo de alimentar, hacer crecer y defender la vida, se imponía como el hilo que intercomunicaba e integraba todos y cada uno de los temas tratados, dándoles unidad y dirección.Nos sentimos llamadas, como Comunidad Internacional, a responder, a partir de nuestra espiritualidad y de nuestro carisma, a las necesidades más urgentes de este mundo siendo mujeres de comunión y de compasión, llamadas a educar para hacer crecer la vida por caminos de reconciliación. La dimensión eucarística de nuestra espiritualidad avivó nuestro deseo de «hacer de nuestro mundo un gran banquete, una mesa abierta en la que puedan compartirse el pan y la palabra y en la que el Señor enjugue las lágrimas de tanta injusticia, violencia y división».Fue elegida como Superiora General Patricia García de Quevedo.
Coincidió con el bicentenario de la Sociedad, preparado por un itinerario espiritual y vivido como una ocasión privilegiada de renovación personal y congregacional. .Coincidía también con el año del Jubileo en el que la Iglesia llamaba a participar del don del perdón, de la reconciliación y de la liberación de todo lo que nos esclaviza; y a devolver a los pobres lo que les pertenece por derecho.El capítulo se celebró en Amiens cuna de la Sociedad, con el tema “ Nuestra misión educadora espacio y camino para anunciar al Corazón de Jesús”. Por primera vez estaban presentes las hermanas de China, Moscu, Paraguay e Indonesia y de la nueva fundación de Haiti. También por primera vez un grupo de colaboradores/as laicos que enriquecieron la reflexión alrededor de la misión.En la apertura,Patricia Garcia de Quevedo recordó cómo Magdalena Sofía ” imprimió en su modelo de gobierno la centralidad del amor de Dios a través de la relación y aprendió, también desde el comienzo, que la cruz es parte inseparable del seguimiento de JesúsEl capítulo impulsó la educación transformadora, el diálogo entre culturas y el paso de la colaboración a la reciprocidad Clair Prat fue elegida como Superiora General
El tema de Capítulo surgió como un desafío en el Capítulo de 2000, formulado como “reinterpretar y re-expresar nuestra espiritualidad para los años futuros” y se decidió en la Asamblea de Provinciales en Uganda, en 2006, como “Nuestra espiritualidad como RSCJ, diálogo alrededor del fuego, vela, pozo…” A partir de ese momento, en las provincias, distritos y áreas se reflexionó sobre cómo el contexto conforma nuestra espiritualidad, cómo su dimensión contemplativa nos lleva a discernir la manera de responder hoy a nuestra llamada profética, cómo la justicia, la paz y la integridad de la creación están en el corazón de nuestra espiritualidad y de nuestra misión educadora, y cómo afecta a la manera de organizarnos. Desde la espiritualidad, el Capítulo trabajó la relación entre espiritualidad y diálogo intercultural, y eligió cinco prioridades como expresión visible de nuestra espiritualidad: el diálogo hacia la comunión, la contemplación, la comunidad-valor central en nuestra vida, la justicia, paz e integridad de la creación junto a los más vulnerables y nuestra opción por los jóvenes. El Capítulo se celebró en Lima, Perú, y Kathleen Conan fue elegida superiora general.
El tema del Capítulo se formuló como “Desplegar la vida… Misión para el futuro que brota” y se propuso discernir las llamadas “que invitan a la Sociedad a vivir nuestra misión en el futuro que brota” con el deseo de lograr que nuestro carisma y nuestra misión puedan desplegarse más plenamente para responder a las llamadas de Dios en el momento actual y en el futuro. El Capítulo se preguntó ¿qué nos llama Dios a ser? ¿Qué nos llama Dios a ser? y sintió a la Sociedad reflejada en tres imágenes: Como un cuerpo movido desde su centro por el Amor, como un pan que se elabora pacientemente, como una familia que decide embarcarse para buscar una nueva vida, una nueva tierra; y experimentó cuatro llamadas para responder hoy a los clamores y esperanzas de nuestro mundo: Alcanzar nuevas fronteras, vivir más humanamente, hacer silencio y ser y actuar como un solo cuerpo. El Capítulo estuvo marcado por el “momento Rebeca” recordando a Filipina Duchesne y a sus compañeras embarcándose rumbo a lo desconocido. El Capítulo se celebró en Nemi, Italia y Barbara Dawson fue elegida superiora general.