Misión educadora

Educar para nosotras evoca transformación y reciprocidad

Misión educadora

 

Como discípulas de Jesús, aprendemos de Él un modo de vivir y de relacionarnos según los valores de su Evangelio: compasión, servicio, confianza fraterna, verdad, humildad, libertad. Magdalena Sofía bebió de esa fuente y soñó con un grupo de mujeres que vivieran una misión educadora apasionante. Convocó a su pequeña Sociedad hacia la visión que era el centro de su existencia: la gloria del Corazón de Jesús y la vida de cada persona.

Las que hoy la formamos nos sentimos un eslabón más en la cadena de mujeres que han continuado la misión que Sofía alentó y han querido amar el mundo con el amor mismo de Dios.

Vivimos la alegría de haber encontrado un tesoro en la tierra recibida como herencia: educar para nosotras evoca transformación y reciprocidad, espacios en los que cada persona pueda ponerse en pie y abrirse a la verdad, al amor y a la libertad; descubrir el sentido de su vida y entregarse a los demás; colaborar creativamente en la transformación de un mundo que sea hogar para todos; vivir la experiencia del amor de Jesús y comprometerse en una fe activa.

 

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