Juan 6, 66-69

Desde aquel momento, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con Él.       Entonces Jesús les dijo a los doce: “¿También vosotros queréis marcharos?” Simón Pedro le contestó: “Señor, ¿a quién iríamos?  Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros hemos creído en ti y sabemos que tú eres el Hijo de Dios” 

En otras etapas, fases o momentos de mi vida habría elegido otros textos de la Palabra. Ahora, ya jubilado y habiendo entrado en el último tercio de mi vida, echo la vista atrás y con cierta tristeza veo a tantos hermanos y hermanas que se echaron «a un lado» … “y no volvieron a ir con Él”:  

  • Muchos de mis mejores amigos de la infancia, se echaron a un lado al llegar a jóvenes. 
  • Muchos de mis compañeros de “búsqueda de sentido y de Dios” encontraron el sentido en otras partes. 
  • Muchos de mis herman@s  de parroquia fueron dejándolo por razones muy diversas. 
  • Incluso gente con la que viví muchos años de comunidad, han encontrado otros caminos, otras fuentes…  

Cuando voy a rezar a un descampado, siento la pregunta de Jesús dirigida a mí: “¿Tú también quieres marcharte?”.  ¿A quién iría, Señor? Sólo tú me das palabras de vida. Me sigues llamando y seduciendo. Me señalas el camino del Reino, me sigues colmando con tu amor y me invitas a seguir confiando. Tú, el Cristo, el Resucitado. Señor mío y Dios mío. Tú haces mi vida fecunda. Tú eres un manantial que brota sin cesar dentro de mí y sacia mi sed. 

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