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«Todo arde» reseña de Álvaro Sánchez

Conocemos la historia de tres mujeres:

Todo arde reseña de Álvaro Sánchez OliverosAura, la protagonista. Es una ejecutiva de banca de renombre, venida a menos como chivo expiatorio y víctima propiciatoria de una operación poco transparente. De esas maniobras de banco sórdido que se ponen por encima de las vidas que arruinen. Además, Aura es viuda tras el asesinato de su marido… (los lectores constantes del universo Reina Roja aquí van a alucinar).

Mari Paz. Es una legionaria que ha sido expulsada del ejército y que lleva años viviendo como una indigente en un Skoda que —como ella—, ha conocido tiempos mejores.

La tercera es Sere (Irene), una hacker que al parecer tuvo participación técnica en la argucia que sumió a Aura en el concurso de acreedores, la búsqueda de financiación vía Wallapop y demás problemas menesterosos. Seré, también ha ido a dar un chapuzón en el Hades, porque pasó de tener una vida familiar idílica a tener que convivir con un marido fracasado, maltratador y borracho que, cuando levanta cabeza, le pone los cuernos con su propia hermana.

Juntas, forman un equipo de fracasadas. Un equipo de personas que ya no tienen nada que perder, pero que encuentran un motivo para luchar. Juntas van a ejecutar un plan redentor ideado por Aura.

La antagonista es la comisaria Romero. Vieja conocida del lector de Gómez Jurado. Una mujer que es y no es comisaria. Comisaria sin comisaría, se dice de ella. Otra que ha caído en picado desde el éxito. Una persona maquiavélica para la que el fin justifica los medios. Romero trabaja para Ponzano (hay que ver lo que se parece a ponzoña ese apellido), el director del banco en el que trabajaba Aura y que la hizo caer en desgracia como la inventora de unos fondos de inversión deshonestos.

Conflicto servido.

Anotación importante: la novela se enmarca en lo que Gómez Jurado llama el Universo Reina Roja. De marketing sabe un rato este escritor. Ahora bien, es una obra autoconclusiva. Esto es: que te la puedes leer de pe a pa sin haber leído jamás nada del autor. Y la vas a disfrutar. Pero si has leído todo el conglomerado de Antonia Scott, le sacas un poco más de chicha.

Venganza. Muchas novelas excelentes se han escrito haciendo de la revancha materia literaria. Jean Valjean o Edmond Dantés son mitos de ese noble arte, marcando todas las distancias entre esas monumentales narrativas y esta, que está diseñada para venderse a cascoporro. Aquí también se hace material literario de la desesperación y la desesperanza. Cuando una persona lo ha perdido todo —o lo bastante de ese todo—, se vuelve potencialmente peligrosa, porque juega a tumba abierta. Total ya qué más da. Nos hace reflexionar Gómez Jurado en esa motivación del desvalido y lo absurdo de soñar sociedades pacíficas y seguras mientras haya gente viviendo en los márgenes o detrás de ellos.

La primera página de la novela ya atrapa. Es de las mejores primeras páginas por leer. Juan Gómez Jurado es —probablemente— el mejor autor en usos de lengua vernácula. Maneja como nadie el registro del escritor que escribe como se habla en la calle sin parecer vulgar.

Le reconozco a Gómez Jurado un don. Te puede tener cien páginas amagando con lo que va a ser la trama, sin que sepas cuál es, mientras te va dejando entrever a los personajes, que tampoco acaban de definirse más que a fuego lento… ¡Y no te aburres! Al contrario. Estás pasando capítulos como un autómata, disfrutando de una lectura fácil mientras no tienes ni trama ni personajes en claro. Un crack, porque la tensión narrativa aflora con tanta fuerza que es capaz de valer por sí misma la lectura.

La tensión narrativa la monta entre autor y lector. Te cuento y no te cuento. Te adelanto, pero no te digo. Te asomo, pero te cierro. Desde luego su popularidad es bien merecida como autor de novelas vertiginosas. Ese juego de fintas constante crea tensión. No usa los recursos clásicos para conseguirla: diferencias entre personajes; diferencias de interés… Eso lo juega a partir de la página cien o más allá. Mientras, te sujeta a la página a golpe de pulso entre lector y narrador. El conflicto te lo plantea directamente a ti. Por muy comercial que sea, aquí se le tiene que reconocer el don de contar historias. Que esas historias sean poco o nada trascendentales es materia de otro comentario.

Sin entrar en el desagradable campo del spoiler, vamos a decir algo sobre la trama. Descansa, sobre una sórdida trama financiera. Si te pasa como a mí —tu acervo financiero se resume a distinguir una moneda de un billete—, no temas. Es magnífico como el escritor explica en un solo párrafo el chanchullo y las posibles complicaciones forenses del mismo. Lo entiendes perfectamente y puedes participar de la trama —muy interesante— sin la menor dificultad y con la plenitud del más pintado consultor financiero. Bien por Juan.

Tiene algo que te recuerda a La casa de papel. O no, yo qué sé. El caso es que la estructura también comparte con la serie eso de dedicar capítulos a presentar un personaje. La parte primera de la novela se llama Aura. La segunda parte, Mari Paz… por cierto, curioso nombre para una legionaria de una división especial.

Todo arde si le aplicas la chispa adecuada. Eso piensa la protagonista principal y es el planteamiento del libro. Un libro que corre como el fuego por una hilera de combustible. Todo se supedita a la velocidad.

Dice Alonso Cueto, un escritor peruano que escribe excelentes novelas, que una novela es una épica de la conciencia. Aquí se respira lo contrario. No interesa tanto como afectan los sucesos que se narran a la interioridad del personaje. Aquí interesa avanzar raudos a la conquista del «qué pasa después».

Por cierto, no quiero que se me pase por alto. Se trae una guasa el bueno de Gómez Jurado a costa de Alejandro Sanz tirando pullas un capítulo sí y otro también que ya le vale. Es divertido. También salen versos de Sabina, Café Quijano… De hecho, salen hasta los dados rojos de los Juegos reunidos de Geyper. Es una oda a la cultura pop. En estas lides es una obra maestra. Si alguien toma este libro dentro de doscientos años tendrá serios problemas para captar el noventa por ciento de los guiños. Será la piedra Rosetta que permita traducir el siglo XX, al menos en el contexto del ocio.

Si quieres un libro divertido, cómpralo. Si buscas un esmerado análisis de la condición humana, tienes mejores alternativas. Si el autor hubiera querido presentar más su personaje, lo habría podido hacer. Bastaba con dejarnos algunos capítulos de la vida de Aura antes de los sucesos que la llevan a tocar fondo. Así habríamos visto, con mucho más detalle, el cambio, la evolución del personaje. La metanoia. Pero esta no es una profunda obra de personajes, sino una magistral obra de trama. Un tributo a la velocidad y a la tensión narrativa.

Hay una escena sobrecogedora. En un momento de la narración se visita un piso en el que conviven ex legionarios —que se consideran legionarios a tiempo presente— y que tienen en sus desgracias su patrimonio. Una reunión de desgracias humanas, de marginados y miserables. Una mesa que parece sacada de los mejores pasajes de Dickens.

El libro —sin un gran propósito de análisis antropológico ni social— muestra cómo por las grietas abiertas en el sistema (el ejército impersonal, las familias rotas, la empresa sin escrúpulos, etc.) pueden caer y caen personas inocentes que llevaban una vida digna de respeto. Un libro donde analizar el fuego amigo, tantas veces el más peligroso de cuantos nos rodean: a Mari Paz la traicionan en el cuerpo al que tanto ha dado; a Aura en su empresa, en la que se ha volcado con denuedo, y a Sere, en su propia familia, por la que ella había apostado contra todas las dificultades.

Parece preguntarnos Juan Gómez Jurado, ¿se cuentan nuestros principales enemigos entre los que llamamos amigos? ¿Son los que tenemos más cerca quienes más poder de destruirnos albergan?

En síntesis, un libro entretenido. Acción a espuertas. En la línea de lo que nos viene ofreciendo el autor. Por cierto, en la Nota del autor, a término de la novela nos dice:

«Este libro pertenece al mismo universo —llamémoslo «Universo Reina Roja», a falta de un nombre mejor— en el que transcurren El Paciente, Cicatriz, Reina Roja, Loba Negra y Rey Blanco.»

Y pasa a explicar todas las conexiones de esta obra autoconclusiva con sus hermanas, que por supuesto no voy a destripar.

Llámalo como quieras, Juan. Saga, colección, universo… Taxonomías aparte, va camino de crear una historia monumental, si no por el fondo literario, sí por su dimensión y su voz propia.

Todo arde
Juan Gómez Jurado
2022
Ediciones B
587 páginas
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