«Somos una familia más completa, más unida y versátil que antes»

Familia Oliva Jurgens

LATIDOS junio 2021

¿Cuál es vuestra realidad familiar?

En nuestra familia somos 5. Tenemos 3 hijos, dos chicos, Dani y Xavi y una chica, Ana, con edades comprendidas entre los 25 y los 21 años.

¿Cómo surge el planteamiento de colaborar en la Xarxa d’Hospitalitat?

En el año 2015, con la guerra y la crisis migratoria de Siria, nos empezamos a plantear el acoger en casa a una familia. Al principio nos apuntamos en varias listas como familia voluntaria, a través de varias organizaciones que pedían ayuda, pero nunca nos llamaron ni recibimos respuesta. Finalmente, en julio del 2017 nos mandaron desde el ayuntamiento de nuestro municipio el enlace de una entrevista que hizo TV3 a Jaume Buch, que en aquel momento era coordinador de la ONG Bienvenidos Refugiados en Cataluña. Nos gustó mucho el proyecto, nos pusimos en contacto con él, nos explicó los detalles y nos abrió los ojos sobre la realidad en nuestro país, donde había muchas personas inmigrantes de distintos países de origen, no solo sirias, que estaban tramitando la solicitud de asilo en España y participando en el programa del gobierno (a partir de fase 1 o 2). En este programa, llega un momento en el que el solicitante de asilo debe buscar por sí mismo un alojamiento por unos 300€, que se les paga a través del programa, pero tienen muchas dificultades para encontrarlo porque casi nadie quiere hacerles un contrato de alquiler. Esta ONG actuaba de enlace con familias dispuestas a acoger a una persona inmigrante. Nos encantó el proyecto, la acogida y el acompañamiento a las personas inmigrantes a través del contacto local. Allí empezó toda la aventura. Colaboramos como familia de acogida desde septiembre 2017 con Bienvenidos Refugiados y en 2018 conocimos la Xarxa d’Hospitalitat de MigraStudium, en la que podíamos abrir nuestras puertas a los acogidos desde la fase 0, es decir, los recién llegados a nuestro país, con la que hemos colaborado desde entonces. Allí conocimos a Pilar Pavia. Nos encontramos muy cómodos con el proyecto en su conjunto. El acompañamiento a los inmigrantes y a las familias es excelente, la acogida en fase 0 es muy interesante, y además tenemos ocasión de compartir las experiencias con otras familias que forman parte de la red, con valores y espiritualidad similar a la nuestra, y de participar en otras actividades de Migra Studium. Actualmente llevamos 6 acogidas. Parece que fue ayer cuando empezamos esta nueva experiencia… Muy recomendable.

familia Oliva Jurgens¿Teníais algún miedo?

Un día, dos meses antes de conocer el proyecto de acogida, nos encontramos delante de casa a un chico que nos preguntó si le dábamos 180 euros para poder pagar su alojamiento. En aquel momento no supimos qué hacer y teníamos dudas sobre si le dábamos dinero o le ofrecíamos nuestra casa… pero no nos atrevimos. Con el proyecto de la Xarxa d’Hospitalitat nunca hemos tenido miedo, porque vemos que no estamos solos y que hay unos profesionales que nos dan soporte. Eso sí, desde el principio tuvimos claro que era un proyecto familiar y debíamos estar los 5 de acuerdo en todo momento y dar cada paso juntos. Antes de empezar la primera acogida preguntamos todo aquello que quisimos saber y la verdad es que nos dieron respuesta a todo. Ya no teníamos excusa. Todo estaba a punto. Les mostramos nuestra casa. Dijimos lo que podíamos ofrecer y resaltamos aquellos puntos que para nosotros eran importantes que se tuvieran en cuenta y respetaran, para que la convivencia fuese bien. Por ejemplo, el hecho de que nosotros madrugamos y de que la persona acogida pudiese respetar ese horario durante los días laborables. Enseguida nos dimos cuenta de que la red de Hospitalidad estaba muy bien organizada y era muy seria. Vimos que aquello que antes parecía complicado ahora era sencillo. Se trataba simplemente de poner a disposición una habitación, compartir la comida y tener como mínimo una actividad juntos al día y poner las ganas. Cuando nos ofrecimos a colaborar, inmediatamente formamos parte de un grupo muy compacto, con gente increíble. Tenemos mucha suerte. Participar en este proyecto es sinceramente un privilegio. Las personas que acogemos y vamos conociendo son ángeles. Cada vez, al empezar una acogida, surgen preguntas: ¿Cómo será? ¿Encajaremos como familia para poder darle un hogar? La organización nos da una información básica como su nacionalidad, sexo y edad. Pero aún no le ponemos cara. Nos viene la duda de si estaremos a la altura para cubrir las necesidades de esa persona, y esperamos y confiamos en que todo vaya a ir bien. Le confiamos cada vez a Dios nuestra casa y nuestras manos. El día que acordamos, el coordinador viene con la persona acogida a casa, nos presentamos, hablamos, aclaramos las dudas que tenemos y nos conocemos mutuamente. Ya no somos unos extraños, ni nosotros para él ni él para nosotros. Nos damos cuenta de que su realidad es parecida a la nuestra, pero que en un momento dado tuvo que huir de su país por las circunstancias que fuese. Nos ayuda a ver que todos somos iguales, igual de vulnerables. Entonces, si estamos todos de acuerdo, seguimos y ya le mostramos la casa, nuestro hogar, cómo vivimos, nuestra organización de horarios, comidas, trabajo, colaboración, etc. En este proyecto, nos sentimos como acompañados en todo momento por Jesús, y eso nos da confianza. Damos pasos juntos, de la mano, la persona acogida y la familia de acogida, con la base de ayudarnos mutuamente y tener la confianza necesaria para decirnos las cosas desde el respeto y sin juzgar. Ya veis, la familia aumenta. Se nos abre una nueva realidad de amistad, compartir (la persona abre su corazón y nos explica su experiencia, a menudo muy amarga y se crea una complicidad), y nos damos cuenta de que nosotros podríamos estar en su lugar, porque esa persona es una víctima más de la injusticia social arraigada en el mundo. Es como algo muy profundo y también muy íntimo. Allí empieza algo maravilloso. Con el tiempo, vemos cómo el compartir nos va transformando por dentro y desaparecen los miedos si los hubiera, los prejuicios, y al final solo se trata de compartir aquello que en realidad es de todos. Algunas veces, quizás por estar en un momento en el lugar equivocado, se te ha arrancado todo aquello que tenías sin culpa alguna (vida digna, familia, derechos humanos, …). Nos damos cuenta de que a nosotros algo así también nos podría pasar en cualquier momento, porque nadie se merece algo así, no han hecho nada mal.Todos somos vulnerables y frágiles.

¿En qué creéis que se han cumplido vuestras expectativas?

M: Durante estos años se está creando una complicidad familiar que yo admiro en mis hijos y mi marido. Yo no conocía parte de sus talentos. Me siento muy orgullosa de todos ellos y del trayecto que han seguido las personas que han convivido con nosotros, que son parte de nuestra familia. Recuerdo un día en que mi hija hizo de mediadora con un cariño asombroso, que le salió de manera natural, mi hijo cocinando un risotto para la persona acogida porque le gustaba, y mi otro hijo diciendo con orgullo y aplaudiendo “¡Vaya fichaje!”.Nos hemos conocido mejor, nos hemos abierto y adaptado a nuevas realidades que antes desconocíamos, y como familia eso nos ha ayudado a ser más sensibles, aprender distintas formas de hacer, que no significa que sean peores ni mejores, nuevas culturas, diversas religiones y creencias, tipos de comidas; … y crecer como unidad familiar.Yo creo que no solo se han cumplido nuestras expectativas, sino que diría que se han excedido con creces.Me he dado cuenta de la gran suerte que tengo, el gran corazón que tienen mis hijos al ver cómo se abren, se entregan, acogen e integran a nuestro invitado para que se sienta bien, formando parte de nuestra familia. Y la familia crece. Y vamos repitiendo y por ahora seguimos.

X: Cada nueva acogida es una nueva aventura. Una nueva realidad que se abre ante nuestros ojos, que entra en nuestra casa con las personas acogidas. Las maras de El Salvador, las revueltas en Nicaragua, la guerrilla y los narcos de Colombia, la pobreza en Guinea o la cultura y gastronomía marroquí. La convivencia nos pone en situaciones en las que tenemos que practicar el respeto, la paciencia, la empatía y la comunicación. En la propia familia nos descubrimos los unos a los otros en situaciones nuevas que nos sorprenden y nos ayudan a crecer. Me ha encantado constatar cómo podemos entendernos y coincidir en muchas cosas con creyentes de otras religiones cristianas e islámicas. También ver cómo podemos ser tan diferentes en cuanto a costumbres, pero tan parecidos en los sentimientos, en el compartir, en el darse a los demás. Tan iguales porque al final todos llevamos un pedacito de Dios en lo más profundo de nuestro corazón.

¿Qué experiencias de acogida habéis tenido ya?

En casa hemos tenido a dos hombres de El Salvador, un joven de Nicaragua, otro de Guinea Conakri, otro hombre colombiano y una mujer de Marruecos. La experiencia de acogida es un regalo. Es una ayuda mutua en donde nos acogemos y adaptamos los unos a los otros, y en la que se establece una relación intensa de fraternidad.

¿Qué habéis recibido de cada una de las personas acogidas?

Para nosotros son ángeles y cada uno nos trae un mensaje de clamor de injusticia social que debemos trabajar con cariño. La oración nos ayuda a vislumbrar ese mensaje. José nos ha mostrado lo vulnerables que somos y nos ha enseñado a ser honestos, trabajadores, constantes y a no claudicar nunca a pesar de las dificultades.José Manuel nos mostró el gran valor de la familia y con mucho trabajo y empeño consiguió volver a reunirse con su pareja y sus hijos en Valencia. Yassir es muy alegre, optimista y se adapta a todo. Nos ha enseñado que las apariencias no son importantes, fuera por tanto los prejuicios porque nos engañan, y el camino hacia el respeto mutuo nos acerca a las personas. Amadou es muy familiar y siempre se preocupa y pregunta por nosotros. Él nos ha mostrado la importancia de lo espiritual y de dar valor a la familia. Tenemos distintas religiones, pero en lo espiritual estamos todos en la misma sintonía. Gustavo nos ha mostrado que Dios lo puede cambiar todo. Solo debemos confiar en él y dejar el orgullo de lado para que venza el perdón y la unidad. Tamou nos enseña a ayudar, cuidar y servir a los demás en todo momento cada día con cariño. El valor de la amistad y de la familia.

Todos ellos han sido víctimas de una injusticia que los ha llevado a decidir abandonar todo y dejar atrás sus cosas y su gente. Pero han sabido mantener la esperanza, perdonar a las personas, trabajar duro (aprendiendo una nueva lengua que en ocasiones no se aprende tan fácilmente) para avanzar. Ninguno de ellos se ha quejado de su mala suerte, aunque sí han querido compartir cada vez su experiencia y sus sentimientos con nosotros por amistad. Un regalo que nos dan.

¿Cómo ha reconfigurado vuestra dinámica familiar?

Creemos que somos una familia más completa, más unida y versátil que antes. Y creciendo… Porque sabemos saborear y agradecer más los encuentros en familia, esos buenos momentos que nos da la vida, cada día. También hemos aprendido a ser más abiertos, receptivos, respetuosos y flexibles para estar siempre a punto para ayudarnos los unos a los otros. Nuestras comidas se han convertido en momentos de reencuentro, multiculturales, de hablar de cómo hemos pasado el día. Adaptadas a cualquier dieta, en caso necesario. Si miramos hacia atrás, vemos que hemos aprendido mucho todos: a compartir nuestros talentos (los ya conocidos y los improvisados) en lo que haga falta, no importa qué. No caer en la tentación de juzgar, porque seguro que no acertamos y tampoco se nos pide, no es nuestro rol. Y vamos viendo que juntos somos capaces de hacer muchas cosas que antes no sabíamos y que cada día aprendemos a valorar. Con los pequeños detalles se puede conseguir mucho.

¿Con qué motivación invitaríais a familias o comunidades a participar de este proyecto?

En primer lugar, querríamos insistir en que las personas que acogemos no son unos extraños. Nunca lo han sido. Por ese motivo abrimos nuestra casa y nuestra familia. Son como tú o como yo, con muchas ganas de escuchar, aprender, tener una familia y seguir una vida sin problemas. La base para ello es crear un entorno de confianza, respeto y comunicación. Que ahora estas personas nos necesitan, para volver a coger fuerzas, y quieren conocer nuestra cultura y con esta experiencia nos vamos a ayudar mutuamente a crear entre todos una sociedad y un mundo mejor y de acogida, el Reino de Dios, que Dios, que tanto nos ama, quiere para nosotros.

Ir al contenido