Sofía Barat y la salud por Dolores Aleixandre, rscj

Llama la atención la frecuencia y naturalidad con que hablaba de sus enfermedades en sus cartas, describiéndolas con mucha franqueza, hablando de los médicos que la habían atendido y de los tratamientos que habían puesto.

Daba mucha importancia a la salud, quería que las religiosas le hablaran del tema en sus visitas y, en las cuentas de farmacia, cocina y enfermería, había que dejar constancia de los gastos relacionados con ella. Asistió a varias operaciones de miembros de su comunidad, tanto en casa como en el hospital, se interesaba por la convalecencia de las enfermas y deseaba que se consignara en los obituarios de qué había muerto cada persona. Recomendaba descanso y cuidados a las que tenían mala salud, cambios de casa o de actividad si alguna tenía que ser hospitalizada durante un tiempo y buscaba el lugar más apropiado para ello.

la salud de Sofia Barat 1

Cada fallo de salud era comentado y preguntaba qué medidas de prevención habían tomado; recomendaba siempre comer bien y tener una dieta equilibrada y en sus visitas prestaba mucha atención a las granjas, viñas y huertas y apremiaba a hacer conservas que permitieran tener una dieta variada en invierno. Para ello transformó los jardines del colegio de Paris en huerta y en Amiens compró vacas para poder tener leche. Recomendaba que las que trabajaban mucho, tomaran leche al menos tres veces por semana y debían asegurarse de que no estuviera desnatada.

Este interés por el cuidado de la salud y su sencillez para hablar de algo que en su tiempo estaba rodeado de tabúes, es algo sobre lo que merece la pena reflexionar como Familia del Sagrado Corazón1.

Ya sabemos que el interés de Luis Barat porque su hermana rindiera al máximo influyó en su desarrollo: dormía poco, estudiaba, cosía, bordaba y se sometía a las penitencias corporales llevando sus fuerzas hasta el límite. El precio que pagó, tanto físico como espiritual, fue muy alto y su salud se deterioró de manera irreversible, empezando por su sistema digestivo.

la salud de Sofía Barat 2

«La enfermedad es mi compañera de vida»

Lo decía en una de sus cartas2 y efectivamente lo fue y padeció innumerables dolencias. Ya en Amiens en 1801 empezó a tener problemas ginecológicos que hacían sospechar un cáncer; el tiempo demostró que se trataba de algún tipo de inflamación de la que se curó unos años después al recibir tratamiento. En sus cartas hablaba de su salud con frecuencia:

Mis noticias no son buenas…”, “mi trabajo crece y mis energías disminuyen, “me muevo como una sombra”, “me siento gastada”, “me estoy haciendo vieja”, “la más leve fatiga me acarrea dolencias sin fin… 3

 

El reúma me afecta hasta las entrañas y casi todas las partes de mi cuerpo. Estoy estremecida. Afortunadamente, sigo en pie, pero sufro mucho cuando me pongo manos a la obra. Simplemente no me responde la vista 4.

 

Mi salud está lejos de ser buena. He perdido la capacidad de dormir y de comer, no puedo retener el poco alimento que tomo, tengo que descansar después de cada comida. Ayer vino el médico y se quedó impresionado al verme tan débil 5.

 

Es inútil que te preocupes por mi salud, son los achaques que conoces y que duran más o menos tiempo. Nuestro médico afirma que los nervios del estómago se contraen y se desgastarán con el tiempo; de este diagnóstico se desprende que no hay remedio y que esta enfermedad, a menudo aguda, debe ser padecida durante el tiempo que le plazca a Nuestro Señor. Como no es fatal, te equivocas al preocuparte 6.

Uno de sus médicos diagnosticaba:

Padece una sinusitis complicada con una gastritis y una infección reumática que puede preferir gastroenteritis que afecta s sus músculos en un grado tan severo que le produce mucha fiebre. 7

A pesar de ello, era de naturaleza optimista:

Poseo un fondo de salud que lo resiste todo y me hace temer que llegaré a vivir hasta los 80 años, a pesar de que hace tanto tiempo que sufro y ya estoy acostumbrada 8.

De hecho en 1814 durante una grave infección de pecho pidió que se le administrara la extremaunción y todos pensaban que iba a morir.

Tuvo varias caídas desafortunadas:

Durante el viaje he tenido un pequeño accidente. Por la noche me levanté, tropecé con una piedra y me torcí el tobillo. Se me hinchó el pie, y cuando llegamos a Poitiers no podía andar 9.

la salud de Sofía Barat 3

Las caídas se repitieron muchas veces:

Me estaba levantando el sofá en el que estaba sentado, quise apoyarme en una silla para coger las muletas, pero alguien tiró de la silla tan rápidamente que perdí el equilibrio. Me caí de nuevo sobre el talón malo, que tuvo que soportar todo el peso de mi cuerpo, que como sabes no es precisamente el de una pluma, así que se me partió y tengo muchos dolores 10.

 

Mi talón está hinchado y puedo mantenerme sobre mis dos pies con bastante firmeza; si estuviera más delgada, creo que caminaría 11.

 

Me caí y tuve que estar en cama tres meses. Así ha sido mi vida durante dos años y, si es la voluntad de Dios que esto no acabe, tendré que resignarme de nuevo12.

 

Tenía dañados los huesos y ligamentos de uno de sus pies, tanto que en algún momento se llegó a temer una amputación; eso afectaba su equilibrio, la hacia caminar con dificultad, necesitar muletas, o ser llevada en una silla de mimbre. En algún momento su imposibilidad de caminar debería resultarle especialmente embarazosa: estando en Roma, imposibilitada para moverse, el Papa Gregorio XVI que quería hablar con ella, fue a visitarla en su cuarto.

La lista de tratamientos a los que fue sometido es interminable: desde los más suaves – baños de aguas sulfurosas en Aix-le-Bains – , a los más duros: aplicación de sanguijuelas, emplastos de cantáridas de efecto vesicante o purgas de quinina. Le recetaron las dietas más variadas: leche de cabra, caldo de ranas y vino, jugo de berros… porque le refrescaban

Un médico de Grenoble, el doctor Bilon, escribió a otro médico que también conocía a Sofía:

Tras cuarenta y cinco días de padecimiento y varias crisis que no alcanzaban su punto culminante, la Madre Barat convalece ahora. Le aquejaba una infección en la mucosa, complicada con una gastritis y una afección reumática. Era, si lo prefiere, una gastroenteritis, sumada a una irritación del hígado y del sistema muscular tan grave que dio pie a una fiebre persistente 13.

Una aproximación a su experiencia interior, requiere otros dos artículos de reflexión de SARMIENTOS que irán apareciendo más adelante.

Preparado por Dolores Aleixandre rscj. Imágenes de Naomi Kohima

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