Lucas 16,10
El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado.
Cuando nos acercamos al evangelio sin ideas preconcebidas, éste nos puede ofrecer algunas claves que te desmontan cualquier prejuicio: “el que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes”. La situación actual en la que nos encontramos, me desconcierta. Pareciera que es algo corriente entre líderes o personas que ocupan grandes cargos, ese modelo infiel en las grandes cosas.
Admiro lo maravilloso de aquel que se asombra de lo cotidiano, de las pequeñas cosas. Y es que la vida es tan sofisticada en lo grande como en lo pequeño. Una taza
de café, el olor a tierra mojada, el sonido de la lluvia contra el cristal de la ventana, canciones que nos despiertan el alma, una sensación olvidada que regresa a
nosotros… cada momento es un catálogo de maravillas a nuestra disposición.
Es natural querer más y más. Tendemos a pensar que mientras más grande sea algo, mejor será. Pero lo que no entendemos bien es que los líderes más eficaces son los que prestan atención a los detalles y hacen los pequeños trabajos de manera fiel y con excelencia. Hacen de lo cotidiano algo extraordinario. Hace unos años me propuse hacer exactamente eso, hacer de lo cotidiano (una cinta adhesiva de color rojo), algo extraordinario (una pieza de arte colaborativa). El resultado de la intervención que cada joven hizo con un trozo de cinta adhesiva, fue algo maravilloso.
En conclusión: que se excluya la ambición de triunfo en lo más grande. Confiar en que lo que hoy parece insignificante, casi invisible, crecerá y se extenderá.
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