Peregrinación y Camino de Santiago
Experiencia Magis
Por Pablo Pozo Ruiz | Profesor del Colegio Sagrado Corazón de Granada
El latido del corazón parece extenderse, adquiriendo otro volumen, golpeando con la cadencia que viste de gala al entusiasmo, que regala la semántica al júbilo más sereno e insondable. Todo está bien, no hay porqué preocuparse, tan solo estás recibiendo el bienaventurado signo de un despertar inconsciente, que no precisa de alarmas ni artificios, una llamada alegre que explora los vericuetos de tu esencia y te sacude el alma. Entonces, te pones en pie y únicamente cabe sentir. Tu mente trabaja de forma diferente, conquista cotas hasta entonces desconocidas y en ellas se detiene para contemplar horizontes escondidos, para abstraerse en una fantasía paradójicamente palpable.
Es el momento de iniciar una nueva etapa, de albergar un día más la dicha de la propia creación, de dirigir tu mirada brillante hacia el crepúsculo sobre el que amaneces burlando la metáfora. A izquierda y derecha te toman la mano, el silencio te sobrecoge y una honda respiración te introduce en la oración más reparadora e inspiradora que has vivido jamás.
Comienza tu caminar y cada paso se revela como antídoto de toda angustia, como huella de fe, como tratamiento de cuitas con efecto inmediato, como narrador al que atiendes con un nudo en la garganta, como germen de una felicidad que andaba dormida. Nunca antes has notado así el suelo en cada pisada, nunca antes has sido aprendiz de la tierra, nunca antes has peregrinado por el verdadero significado de la humildad. Lo puedes sentir como un escalofrío. Estás en tu sitio y te atreves a jugar con el tiempo. Como un plano secuencia a cámara lenta, puedes atravesar esa luz que desafía la copa del árbol, puedes levantar la cabeza para verle al aire los colores que erizan tu piel, puedes suspenderte en el halo que transforma el compañerismo en hermandad.
Lo has conseguido una vez más. Has vuelto a traducir kilómetros en vida, a convertir la fatiga muscular en un autoconocimiento que da vértigo, a dar sentido a los sentidos, a guardar bajo llave los secretos de la generosidad y el altruismo. Ahora toca descansar, reflexionar e interiorizar. Es tu oportunidad para custodiar raíces de las que incluso ignorabas su existencia. En comunidad, formas parte otra tarde de un círculo que conecta vibraciones, que simboliza una cadena de experiencias sempiterna e inquebrantable, que pone en marcha un singular y extraordinario carrusel de emociones.
La luna te ofrece su cara más hermosa y te invita a mezclar sueños con realidad. El Camino ha diluido la frontera entre ambas cosas para que así puedas seguir transitando por quimeras tangibles y por esperanzas abocadas al éxito.
El latido del corazón parece extenderse…
Simplemente exquisito
!Con qué finura de alma describes, Pablo, lo que puede ocurrir en El Camino, si vas a lo que vas y estás en lo que estás! Gracias. Y a ver si alguna vez pasas por Zabaldika…
Cuánta belleza y razón en tus palabras.