No he salido de mi noche reseña de Álvaro Sánchez

Annie Ernaux ha ganado el Premio Nobel de Literatura 2022. Esto sucedió hace apenas un par de semanas. Esta autora, nacida en 1940 de unos padres comerciantes, que ya gozaba de reconocimiento en el panorama literario francés, ve cómo su nombre es ahora uno de los nombres propios más buscados en Google en este mes. En todo el mundo.

Quienes no habíamos leído nada suyo teníamos tarea por delante. El que te habla, se decantó por una obra suya «No he salido de mi noche» que, si bien no es la más reconocida, si me tocaba la fibra por su temática, —el Alzheimer—,  nombre alemán que pasó por casa una temporada, con la misma falta de tacto que tuvo en casa de la autora francesa, Annie: c´est la vie. 

Annie Ernaux escribe sobre sí misma. Ha hecho escuela literaria de desnudar su propia vida, con sus luces y sombras. Una literatura directa y sencilla en lo formal, pero profunda y compleja en lo trascendental, que es mucho. Ernaux ha escrito sobre su juventud y su madurez; sobre aquella vez en que abortó; sobre su matrimonio; su primera experiencia sexual; su madre y su padre, etc. No podemos dudar de la valentía de sus textos. Se podrá estar más o menos alineado con sus principios, pero hay que reconocer no se guarda nada para sí. Esa transparencia que para unos es obscena, para otros vale un Nobel. Los grandes literatos siempre fueron bandera discutida.

En su obra «Una mujer» (1987) habla de su madre. Partiendo de su muerte, nos da a conocer a la mujer que se ha ido, no desde el cuadro bucólico de la hija melancólica, sino desde ese tono realista y libre de paripé de esta escritora que te habla tan directamente, que parece que está sentada contigo contándotelo. No he salido de mi noche aborda —en cambio—, justo el periodo anterior al fallecimiento de su madre, una experiencia que ella misma reconoce que la marcó, baste con fijarnos que es un texto treinta años posterior al de Una mujer. Tras su pérdida, Annie Ernaux, pronto pudo escribir sobre la vida de esa mujer, pero tardó más de tres décadas en ser capaz de escribir sobre su epílogo:

Mi madre sufrió la enfermedad de Alzheimer a principios de los años 80. Finalmente tuve que ingresarla en una residencia de ancianos. Siempre que volvía de mis visitas, necesitaba escribir sobre ella, sobre su cuerpo, sus palabras, el lugar donde se encontraba. No sabía que aquel periodo me conduciría hacia su muerte, en 1986.

«No he salido de mi noche». Son las últimas palabras escritas por su madre, parecen casi crípticas y terminales. Lo cierto es que la persona en que el Alzheimer desmadejó a su madre, ya no sabría escribir nunca más. 

En el periodo que pasó en casa me puse a anotar, en trozos de papel, sin fecha, frases, comportamientos de mi madre que me aterrorizaban. (…)

había consignado sus últimos meses, sus últimos días, hasta el penúltimo, sin saber que lo eran.

Ernaux se hace cronista de la enfermedad de su madre. Como es habitual en su estilo, se desabriga de toda pose y narra los episodios sin ahorrar ningún detalle, sin detenerse en remilgos ni poner paños calientes:

«Se convirtió en una mujer perdida, recorriendo la casa de arriba abajo» «Esa mirada de los alienados.»

Quien ha vivido cerca del Alzheimer comprenderá este libro. Aquellos que no, pueden conectarse con toma de tierra a lo que es el día a día de este drama. En el pequeño detalle antes que en el discurso oficial. Cualquier lector podrá simpatizar no ya con el enfermo, sino con el cuidador y acompañante de estos enfermos, al que toca vivir una cara muy dolorosa de este padecimiento y pagar una factura emocional y psicológica de un tipo de interés muy elevado.

«Había dejado de ser la mujer que había conocido, que velaba por mi vida, y sin embargo, bajo ese rostro inhumano, por su voz, sus gestos, su risa, era mi madre, más que nunca.»

La cotidianidad se vuelve infernal. Eso es lo que hay descrito en esta pieza autobiográfica —una más— de la autora. Un altar a la degradación de la persona que una vez fuiste, eso es esta enfermedad. Un averno de pañales, excrementos a destiempo y frases inconexas. La crueldad de la pérdida identitaria, también está muy presente en el trazo de la autora: 

«El horror de esa inversión madre/hija.»

Un libro honesto, ausente a todo rencor o reproche. No es una canción protesta, sino un fado a la vida que se perdió en un vórtice que se tragó a su madre como un justiciero implacable que no tiene más argumento que la degradación. 

«En ningún caso se leerán estas páginas como un testimonio objetivo sobre la «larga estancia» en una residencia, y menos aún como una denuncia (las cuidadoras eran, en su mayoría, de lo más atentas), sino únicamente como el residuo de un dolor.»

Annie es testigo de la enfermedad, pero también víctima colateral. La soledad del cuidador, del que pocos se apiadan porque no es la víctima —cuando acaso también es una víctima interina— y al que nadie releva de su pesada carga. Un libro intenso y cargado de humana verdad, de los que tocan la fibra.

«Me digo que tal como va el mundo, dentro de veinte, cincuenta años, no mantendrán vivos a seres como mi madre»

Leer este libro, es un acto de valentía. Annie Ernaux consigue ponerte de frente a la verdad. Vas a mirar a los ojos una enfermedad que a cualquiera puede tocar. Una, alienante y denigrante. Es un libro muy breve, que no podría ser más extenso porque sería demasiado exigir al lector emocionalmente. Un texto desgarrador, lleno de pasajes que te dejan helado y que yo, falto de la valentía o desinhibición de la autora, no me atrevo a consignar en esta reseña por temor a que leídos fuera de contexto resulten demasiado duros. 

Un relato muy psicológico. Una obra que solo se puede escribir desde la franqueza, para que ese trazo emocional que nos quiere contar suene a verdad: 

«Me da miedo que se muera. La prefiero loca.» (…) «Escena difícil. Cree que vengo a buscarla, que se va a ir de aquí. Su decepción es inmensa, no puede tragar bocado. Remordimientos espantosos»

¿Recomiendo este libro? Sí, pero lo importante es saber qué estamos leyendo. No lo abras si esperas de una ganadora del Nobel una prosa estética, llena de recursos literarios y giros expresivos. Ábrelo si quieres vivir a través de sus páginas, porque la literatura de Annie Ernaux palpita, con una sístole de crudeza y una diástole de realidad. 

«Para mí está, siempre, su voz. Todo reside en la voz. La muerte es, sobre todo, la ausencia de voz.»

El concepto sobre la forma. Así es Annie Ernaux, la flamante ganadora del Premio Nobel de Literatura de 2022.

No he salido de mi noche, de Annie Ernaux (2017)

Editorial Cabaret Voltaire

128 páginas

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