[vc_row equal_height=»yes» content_placement=»top» css=».vc_custom_1581421799824{padding-top: 90px !important;padding-bottom: 90px !important;}»][vc_column width=»1/2″ col_padding=»2″ col_padding_side=»right»][vc_column_text font_size=»medium»]

«Mi experiencia de misión compartida»

Hace unos días me pidieron que compartiese con todos vosotros lo que significaba para mí la misión compartida.  En un principio me sentí reacia, pues pensé que quizás esta era una tarea complicada para mí.  No me considero una mujer parca en palabras; al contrario, mi experiencia es escuchada y valorada por todos vosotros.  Quizás es porque mi campo son los números, la economía, la relación con bancos, empresas, mundo laboral y empresarial…  Todos me conocéis.  Soy Ana, Ana Ros para la mayoría.

He trabajado en el economato de las Religiosas del Sagrado Corazón más de 40 años y como administradora en el Colegio Sagrado Corazón de Diputación desde que finalicé mis estudios.  Después de tantos años puedo explicar algo de mi experiencia…

Fui la primera laica contratada por las Religiosas de la Provincia Norte.  Unas religiosas con las que trabajé codo con codo, de las que he aprendido y a las que he enseñado; que me aceptaron como laica, como persona; que me integraron en su misión.  Que me transmitieron que mi función era poner las finanzas al servicio de esa misión. En el año 1999 participé en el Capítulo Provincial en el que se contó con laicos por primera vez en España.

Mi camino, mi transformación, mi crecimiento: en un principio te ciñes a tu profesionalidad y cumples con el cometido de tu puesto.  Con los años y con el apoyo, asesoramiento y colaboración de las religiosas con las que he compartido senda, he ido creciendo, absorbiendo y aprendiendo de ellas…

[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″ col_padding=»2″ col_padding_side=»left»][vc_single_image image=»5958″ img_size=»700×600″ css_animation=»none» css=».vc_custom_1581421943763{margin-bottom: 0px !important;padding-bottom: 20px !important;}»][vc_column_text font_size=»medium»]

Aunque por mi función podría haber tratado a la Congregación de religiosas desde un punto de vista empresarial, obviamente no lo he hecho porque no puedo dejar de lado con quién he trabajado, para quién, qué fines se valoran por encima de otros.  Y, en definitiva, cuál es el carisma de esta Congregación.  He conocido a Sofía, sus ideales, su tesón.  He compartido su mensaje,  el “por una sola niña…”, el valor de la educación, abierta para todos, el valorar a la persona por lo que es y no por lo que tiene, el compartir, el dar…  Ideales que creo y apoyo.  Este “carisma” se vincula a ti a base de tiempo, colaboración y aceptación.  Unas veces lo aplicas en un círculo pequeño, cercano, con las personas que tienes a tu lado; otras veces ese círculo se ensancha, y tus decisiones no pueden desvincularse de ese “legado”.

En definitiva, mi “misión compartida” es la aceptación de estos valores, este carisma, es la creencia del legado de Sofía, es el dar mi trabajo, año tras año, en función de una educación cristiana, aportando mi granito de arena…  Poniendo las finanzas al servicio de la misión.

Ahora empieza una nueva etapa en mi vida…  Sabéis que me jubilo.  Sólo quiero transmitiros que mi piel ha absorbido este carisma, que forma parte de mí, y que me acompañará  siempre por las sendas de la vida.

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

Ir al contenido