«Lunana, un yak en la escuela» reseña de Teresa Gomà, rscj

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Esta película de 2019, de Bután, fue elegida entre las cinco finalistas para el Oscar a la película de habla no inglesa. No lo ganó, pero su factura no desmerece en absoluto dedicarle las dos horas escasas de duración para transportarnos a otro mundo, un poco más humano que el de la mayoría de nosotros.
En Bután, Ugyen es un profesor al que no le gusta su trabajo y sueña con ser cantante en Australia. Antes de lograr su deseo, debe trabajar un año más y el Gobierno le destina a un pueblo remoto en las montañas, a 3.000 metros de altitud, sin electricidad ni agua corriente, donde debe asumir una escuela con unos poco alumnos. Su disposición inicial es nula, aunque poco a poco se irá convirtiendo gracias a la afectuosa acogida de los adultos del pueblo, y a la entrañable relación que establece con sus alumnos.
Sin recursos materiales, ni contacto con el exterior… este joven descubrirá que aquella montaña encierra los valores de una vida diferente, honda y transformadora, que le hará valorar y querer lo que unas semanas antes temía y despreciaba. La llegada del invierno, y antes de que la nieve aísle las montañas, supone el final de su servicio.
La película es muy recomendable por su historia, sus paisajes, la participación de actores no profesionales del lugar… y porque nos remite al paraíso perdido que, sin saberlo, seguimos anhelando.
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