La Sociedad en el mundo islámico

Las expulsiones de Francia (1903-1909) impulsaron la expansión de la Sociedad del Sagrado Corazón. Era una tradición abrir tantos nuevos sagrarios cuantos se cerraban. Es decir, hacer tantas nuevas fundaciones cuantas casas habían sido cerradas. Para eso las expulsiones fueron providenciales ya que, como decía la Madre Digby: “La Sociedad está como en un nuevo punto de partida, con tantas fundaciones recientes y en países distintos. Siguen pidiéndonos más de lo que podemos hacer; hemos tenido que rehusar las últimas peticiones, especialmente en países paganos”
En 1842 se había abierto una casa en Argelia, la primera de la Sociedad en el mundo musulmán y sería uno de los colegios católicos más antiguos de África. El pensionado no tuvo muchas alumnas, pero sí la escuela gratuita que recibía niñas de familias francesas, italianas, maltesas, argelinas, y más judías que musulmanas. Tuvo que cerrar poco tiempo después de la gran sequía del “año de la muerte” de 1867, y una doble epidemia de cólera y tifus.

la Sociedad en el mundo islámicoLa llegada de las religiosas a Egipto fue un enorme acontecimiento de este período. Egipto pertenecía al Imperio turco, donde vivía una numerosa colonia europea. En mayo de 1903 la Madre Digby envió a Alejandría a la Madre Rumbold, superiora de Malta, y a la Madre d’Oneto, superiora de Santa Rufina, en Roma. El nuncio les sugirió que se instalaran en El Cairo, en la zona que dependía del prefecto apostólico de las misiones africanas, el Padre Duret. Este conocía las casas del Sagrado Corazón de Lyon y les ofreció fundar en la región de Abbasieh, cerca del desierto. Las dos emisarias enviaron a París un telegrama con una sola palabra, “esperanza”, y regresaron a sus comunidades.

Las primeras religiosas del Sagrado Corazón llegaron a El Cairo en noviembre de 1903, Eran dos francesas que venían de Argelia, dos irlandesas y una austriaca como superiora de la fundación. Los jesuitas ayudaron a las religiosas a instalarse, a abrir los baúles que venían de Francia y a sacar todo lo que traían. La obra apostólica comenzó lentamente y la primera alumna se recibió el 1º de marzo de 1904, tenía ocho años y casi no sabía leer. Era hija de un empleado del Gobierno egipcio. Unos meses después llegó una alumna interna. En octubre de 1904 ya eran diez y se les dio un reglamento. Solo en 1909 se pudo abrir un externado en el que la enseñanza se daba en francés y en árabe. El pensionado de El Cairo se hizo pronto internacional y reunió a católicas, coptas, ortodoxas, sirias, armenias y turcas más o menos europeizadas y a algunas niñas de familias inglesas, francesas, italianas y austriacas. Al principio solo se recibían cristianas. Esta restricción fue necesaria para que la Santa Sede autorizara a la Sociedad establecerse en El Cairo sin perjudicar a otras congregaciones que ya estaban presentes en la capital y que habían llegado para ocuparse de las niñas judías, y sobre todo de las musulmanas, hijas de responsables de la administración “khedivale” y de la corte. Poco después llegaba la autorización desde la Propagación de la Fe para recibir judías y musulmanas.

Tener una o dos casas en Egipto permitía establecer un puente entre Europa, Asia, Australia y Nueva Zelanda. Antes de la Primera Guerra Mundial la Sociedad recibió peticiones para fundar en Damasco y en Estambul. En 1968 se fundó una comunidad en el Líbano que duró cinco años en la que estuvo la Madre Mª Josefa Ustara.

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