En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: <<Sed misericordiosos como vuestro padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros>>.

Yo vivo en Haití. Es este país desde que te levantas todo lo que tienes, todo lo que eres, todo lo que te puede ocurrir bueno es gracias a Dios. En estos momentos que parece falta la esperanza por las barbaridades que las bandas armadas hacen en el país, a la gente lo que le sale es “Bondye konnen” y “si Bondye vle”. O sea, “Dios sabe” y “si Dios quiere”. Algo así nos falta en nuestro mundo. Hemos llegado a perder esa capacidad de confiar, esa lucidez con sabiduría sencilla que tiene la gente más pobre. Para ellos la misericordia y el amor de Dios lo es todo. Es su bien más preciado e incluso su único bien.
Hace unos días tuve que ir con una compañera de comunidad a una zona de la frontera con República Dominicana para poder terminar el pago del contrato de los trabajadores del colegio que llevábamos. Los bandidos entraron en sus casas y le quitaron todo y ahora viven alojados por alguien o debajo de una carpa. Nos hubiera gustado que hubiera sido en el lugar planeado dentro de Haití donde pudieran contar lo que les pasó. Pero no nos dejaron entrar por seguridad para nosotras. Así que vinieron los trabajadores a la frontera y allí pudimos despedirnos de la mejor manera posible. Viendo aquel grupo de gente querida me decía aquí está Dios, aquí se manifiesta su misericordia en esas personas recogiendo su dinerito y agradeciendo por haberles dado lo que es suyo. Era sentir esa misericordia de Dios que se derramaba en nosotras como dice el Evangelio: “se les dará una medida buena, bien sacudida, apretada y rebosante”. Nosotras cada día al recoger el día nos damos cuentas que estamos envueltas en la misericordia de Dios que nos abraza, nos envuelve, sostiene, nos levanta porque los pobres nos lo van confirmando diariamente que somos una bendición para ellos. Gracias Señor.

Valle Adame rscj en Haití

Valle Adame, rscj en Haití

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