Iosu Moracho, un educador con mirada poética

SARMIENTOS | Mira más allá

A la Familia del Sagrado Corazón llegué caminando, a lo largo de la vida, hace ya más de treinta años, buscando un horizonte de sentido.

Me acogieron personas como Tere y Carmen, de la comunidad de Etxabakoitz y luego, ya en el colegio Milagros Munárriz, a quien debo entre otras muchas cosas mi puesto de trabajo.

Yo venía de los Comités de Solidaridad Óscar Romero, de la iglesia de base, del trabajo parroquial con los franciscanos, de la catequesis con jóvenes y adultos, de los cursos de personalización con Javier Garrido. Aquí me encontré con la espiritualidad de Magdalena Sofía Barat y con el carisma de una educación transformadora. Me sentí en casa desde el principio. Me sentí habitando un mundo, el de la educación y habitado por otro mundo, el de la fe comprometida desde la radicalidad de la Buena Noticia del Evangelio de Jesús de Nazaret. Creo que cometí el atroz delito de tomarme la vida en serio y puse todo mi empeño en la labor educadora, desde la mirada poética que yo siempre había tenido.

El colegio me lo ha dado todo: formación, crecimiento, relaciones humanas, valores, ideales, compromiso… Fue todo un descubrimiento conocer el sentido educador de Magdalena Sofía Barat y el ver que hoy en el siglo XXI sigue siendo actual y de vanguardia. El tema del JPIC lo llevo en la sangre. Desde aquellos años en que conocimos la teología de la liberación en América Latina – mi experiencia en Guatemala marcó mi vida-, hasta estos años en que veo la posibilidad y la necesidad de llevar el JPIC a la escuela y a la vida, porque es justo, posible y necesario.

Creo que la mirada que salvará a este mundo de todos sus demonios será poética o no será. Creo que será la poesía el lenguaje que impregne nuestros corazones fraternos y solidarios. Creo que será una educación de la mirada y de la escucha la que hará de nuestros alumnos y alumnas, personas con una receptividad y una capacidad de transformación y compromiso, desde eso que tenemos arraigado en nuestros corazones, que es el amor que nos han dado y nos han enseñado a dar desde ese Dios que es el Señor del Amor, de la Vida y de la Historia.

Iosu Moracho

 

Hay átomos que se enamoran entre sí, -dicen los físicos cuánticos-,

y dan lugar a moléculas, a proyectos de familia, a planes de futuro,

a combinaciones en las que la suma de las partículas

es mucho más que la suma de las partículas,

porque el Todo, desde siempre, es mucho más que la suma de las Partes.

El pan con mantequilla y chocolate…

Los bolsillos de la bata de una maestra…

Una caja de tesoros infantiles…

Esa canción que no dice nada y lo dice todo…

 

La leche con Cola cao y galletas…

Las magdalenas con Lacasitos…

Un recreo con polis y cacos, peonza y partido de fútbol…

Una tarde de cine con palomitas y película de romanos…

Una noche de Barracas con buñuelos, serpentinas y fuegos de artificio…

 

Una vida en la que Dios te llama para decirte palabras al oído y tú no cuelgas…

Esa vida cotidiana, que tú vives del lado de los que te necesitan: tu maravillosa diversidad,

esa, de los que como tú, son polvo de estrellas y luces en los linderos de todos los caminos…

 

Se trata de tocar el corazón.

Mejor dicho, de acariciar el corazón.

 

El corazón, que es como las cebollas

y tiene infinidad de pieles y de capas que hemos de ir quitando

hasta dar con la fruta madura de su ternura.

 

Se trata de llegar al corazón, a la esencia de cada persona,

a eso que es más auténtico en el otro.

Se trata de conseguir, con una mirada, una sonrisa,

que el otro se desproteja, se libere de sus máscaras y de sus disfraces

y se muestre como es de verdad,

desde esa autenticidad que despierta nuestro asombro y nuestra gratitud…

 

Iosu Moracho Cortés

Colegio Sagrado Corazón Pamplona Navarra

FESB

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