A finales de julio se produjeron unas fuertísimas inundaciones en Missouri (USA). La tierra de Rosa Filipina vivió de nuevo las inclemencias de las tormentas y el desbordamiento fluvial. La última gran inundación fue en 1915, pero la de este verano todavía ha sido más grave.

Este fenómeno de fuertes lluvias, que no es frecuente, ya está recogido por la misma Rosa Filipina en el diario de la casa. Por ejemplo, en agosto de 1824 escribía sobre la aventura que tuvo que superar el sacerdote que iba a celebrar la eucaristía para llegar a Florissants: «El mal tiempo hizo que los dos arroyos que nos rodean y que no tienen puentes se crecieran e hizo muy peligrosa la llegada del padre superior a la iglesia. A ratos tenía que nadar sobre su caballo o sobre un tronco» Este mismo hecho se lo comentó a Sofía Barat en una carta y añadía: «Un día vimos como el caballo llegaba solo sin la montura. Mirábamos con pavor que el padre no se hubiese perecido en el agua. Finalmente apareció empapado hasta las orejas».

El 15 de junio de 1826 hubo otra inundación y escribió: «Las niñas de la escuela tenían que dormir en el primer piso ya que su aula, donde normalmente duermen, estaba inundada. Hemos padecido por la casa de la escuela que es de madera, sobre cuatro pilares. Si entra el agua en el edificio puede derrumbarse fácilmente».

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