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Comentario de la liturgia

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domingo 31 de marzo

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por Mariola López Villanueva RSCJ

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Evangelio: San Lucas 15, 1-3.11-32

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En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle.

Y los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: <<Ese acoge a los pecadores y come con ellos>>. Jesús les dijo esta parábola: <<Un hombre tenía dos hijos: el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte que me toca de la fortuna. El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo rápidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le daban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces se dijo: Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros. Se puso en camino adonde estaba su padre: cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: Padre: he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus criados: Sacad en seguida el mejor traje, y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete; porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado. Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Este le contestó: Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud. Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado. El padre le dijo: Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba perdido y lo hemos encontrado>>.

[/vc_column_text][vc_column_text]EVANGELIO DIARIO 2019 – Edit Mensajero – Librería Claret[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]

Esta parábola nos habla a nosotros, que estamos del lado de los que se creen <<buenos>> y tienen la vida asegurada en la casa. El padre reparte la herencia a los dos hijos, con los dos tiene el mismo detalle, y deja partir al menor. Lo deja libre hasta que pueda aprender que hay un hambre que solo se sacia interiormente y, mientras, espera por él: es muy vulnerable el padre cuando espera. 

Por pura necesidad, el hijo menor volverá mendigando subsistencia. ¡Qué lejos está de sospechar cómo lo recibirá su padre! Cuánta esplendidez, cuánto amor guardado para volcarlo sin reproches en su indignidad: cubierto de besos y embellecido hasta donde no podía ni imaginar. ¿Cómo puede ser tan bendecido quien ha obrado tan erráticamente? ¿Cómo consentir a ese derroche cuando habría que pedirle cuentas? ¿Cómo no reconocernos en la mirada irritada de su hermano?

La medida de Dios no es la nuestra y la historia sigue abierta para nosotros, ¿cómo reescribimos el final? El mayor entra en la fiesta y experimenta que ese amor también le estaba ofrecido desde hacía mucho. Los dos hermanos se abrazan, colmando la alegría de su padre, que brinda y llora tiernamente.

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Cuando se cierra una puerta a la felicidad, otra se abre; pero a menudo nos quedamos mirando tanto tiempo a la puerta que se ha cerrado, que no vemos la que se ha abierto. HELEN KELLER

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