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Comentario de la liturgia

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domingo 27 de octubre

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por Mariola López Villanueva RSCJ

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Evangelio: San Lucas 18, 9-14

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En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: <<Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: ¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo. El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; solo se golpeaba el pecho, diciendo: ¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador. Os digo que este bajó justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido>>.

[/vc_column_text][vc_column_text]EVANGELIO DIARIO 2019 – Edit Mensajero – Librería Claret[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]

El quid de la historia nos lo ofrece el narrador ya desde el principio: <<Se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás>>.

¿No es la tentación sutil que a veces nos ronda? ¿No nos comparamos y nos creemos un pelín mejores? De ahí brotan todas las competencias y susceptibilidades. Pero adentrémonos más despacio en este relato que cuenta Jesús acerca de dos hombres orantes cuyos cuerpos ya suponen una revelación. La plegaria del erguido fariseo es autorreferencial: oímos el <<yo>>, <<yo>>, <<yo>> por todas partes. La alabanza que le brota surge de compararse con los otros, que son esto y lo de más allá, mientras que él sale mejor parado, practica lo correcto y establecido, y, más que agradecer lo que Dios hace en él, se contempla a sí mismo complacido por sus obras y logros. Se siente especial y distinto de los demás. En cambio, el publicano, con su cuerpo inclinado, deja su yo de lado, se reconoce necesitado igual que todos, y hace converger en Dios su vida: que tú mires, que tú hagas, que tú tengas misericordia. 

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No hallen (si e sposible) menos devoción en cualquier obra de caridad y benevolencia que en la oración o meditación; pues no deben hacer cosa alguna sino por amor y servicio de Dios nuestro Señor; y en aquello se debe hallar cada uno más contento que le es mandado, pues entonces no puede dudar que se conforma con la voluntad de Dios nuestro Señor. SAN IGNACIO DE LOYOLA

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