[vc_row][vc_column][vc_column_text]

Comentario de la liturgia

[/vc_column_text][vc_column_text]

domingo 25 de agosto

[/vc_column_text][vc_column_text]

por Mariola López Villanueva RSCJ

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_separator][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]

Evangelio: San Lucas 13, 22-30

[/vc_column_text][vc_column_text]

En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó: <<Señor, ¿serán pocos los que se salven?>>. Jesús les dijo: <<Esforzaos en entrar en la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: Señor, ábrenos; y él os replicará: No sé quiénes sois. Entonces comenzaréis a decir: Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas. Pero él os replicará: No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados. Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrhán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos>>.

[/vc_column_text][vc_column_text]EVANGELIO DIARIO 2019 – Edit Mensajero – Librería Claret[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]

Las historias en que el Señor se muestra exigente me llevan a presentir la hondura de su amor. Como cuando espoleamos a una persona a quien queremos mucho al sentir que está desperdiciendo su vida; la sacudimos para que reaccione y despierte.

Así me parece que hace Jesús cuando nos dice <<no sé quiénes sois>>. ¡Pero si nos lleva tatuados en la palma de su mano, si somos preciosos a sus ojos! Precisamente por eso, nos quiere despertar, para que no nos alejemos de la puerta que nos abre. Esa puerta estrecha a cruzar es una vida compasiva en el día a día, una manera de estar en ella que vela por los más pequeños, un modo de vivir que no solo invoca a Dios, sino que hace de la existencia una prolongación de su amor al mundo. No solo el celebrar (comer y beber) y el decir (enseñar), sino una praxis compasiva, una manera muy humana de acercarnos a los otros. ¡Hay tanta gente, que sin nombrar a Dios, ni siquiera saber que lo conoce, pasa haciendo el bien y sanando! Para Jesús no cuenta la apariencia sino lo que se juega en el fondo del corazón ; sobre todo, cómo nos situamos ante los que consideramos últimos.

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

Ir al contenido