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Comentario de la liturgia

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domingo 2 de junio

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por Mariola López Villanueva RSCJ

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Evangelio: San Lucas 24, 46-53

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En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: <<Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Y vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto>>. Después los sacó hacia Betania, y levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos (subiendo hacia el cielo). Ellos se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.

[/vc_column_text][vc_column_text]EVANGELIO DIARIO 2019 – Edit Mensajero – Librería Claret[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]

Esta fiesta pone de manifiesto la atracción hacia Dios que es la fuerza de la gravedad de cada existencia humana. Todo lo que crece tiende hacia Él, lo sepa o no.

Es el lugar del que venimos y hacia el que vamos, Jesús completó esta trayectoria para que podamos recorrerla de su mano. En adelante nada será solo con nuestra propia fuerza: tendremos que recibirla cada vez de lo alto, disponernos para acogerla, pero no mirando <<hacia arriba>>, como aquellos galileos ensimismados, sino mirando <<hacia abajo>>, hacia el mundo concreto que habitamos, para poder escuchar sus gemidos y anhelos. El último contacto de Jesús con los suyos es un contacto de bendición. Recibirla nos hace hombres y mujeres de bendición, en ese templo que es el otro, cada lugar donde se teje cercanía, ternura y proximidad.

Señor ilumina los ojos de nuestro corazón para que podamos comprender día a día, junto a tus criaturas más necesitadas, cuál es la esperanza a la que nos llamas, la alegría que nos regalas ya ahora; el don del amor que quieres que encuentre cauce en nosotros. 

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¿QUÉ QUIERES? (atribuido a Calderón de la Barca)

¿Qué quiero, mi Jesús?… Quiero quererte, quiero cuanto hay en mí, del todo darte sin tener más placer que el agradecerte, sin tener más temor que el ofenderte. Quiero olvidarlo todo y conocerte, quiero dejarlo todo por buscarte, quiero perderlo todo por hallarte, quiero ignorarlo todo por saberte. Quiero amable Jesús, abismarme en ese dulce hueco de tu herida, y en sus divinas llamas abrasarme. Quiero, por fin,  en Ti transfigurarme, morir a mí, para vivir tu vida, perderme en Ti, Jesús, y no encontrarme.

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