Comentario de la liturgia
domingo 19 de mayo
por Mariola López Villanueva RSCJ
Evangelio: San Juan 13, 31-33a. 34-35
Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: <<Ahora es glorificado el Hijo del hombre y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado. La señal por la que os conocerán que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros>>.
No podemos acoger estas palabras sin tener delante de nosotros los sentimientos de Jesús, su conmoción por la traición de aquel en quien confió y al que amaba, su dolor por no poder evitar que Judas se malogre y se pierda…
Hay sufrimiento y mucho amor en estas palabras de Jesús: <<Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros>>. Pidamos la gracia de dejarnos afectar y mover por ellas. Son palabras fuente que condensan toda una vida, el testamento que alguien en los momentos últimos lega a los suyos como su mayor riqueza: un modo nuevo de amar. La clave está contenida en estas dos palabras: <<como yo…>>, como hemos sido amados por él. Solo podremos ayudar a otros a integrar y a valorar sus vidas, a reconciliarlas y a quererlas tal como son, en la medida en que dejemos que el Señor lo vaya haciendo también con nosotros. Y ya conocemos su secreto: tiene el corazón abierto por una herida. No hay otra señal, ni otro modo de decir algo de Dios, que no esté transido de vulnerabilidad y de cariño, de un amor tierno y paciente, bien concreto y sanador.
ENVUÉLVEME (Pierre Teilhard de Chardin, SJ)
Señor, envuélveme en lo más hondo de las entrañas de tu corazón; y sujétame allí, destílame, purifícame e inflámame, sublímame hasta la plena aniquilación de mí mismo.
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