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Comentario de la liturgia

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domingo 9 de febrero

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por Dolores Aleixandre

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Evangelio: San Mateo 5, 13-16

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Vosotros sois la sal de la tierra. Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá su sabor? Solo sirve para tirarla y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad construida sobre un monte. No se enciende una lámpara para meterla en un cajón, sino que se pone en el candelero para que alumbre a todos en la casa.

Brille igualmente vuestra luz ante los hombres, de modo que cuando ellos vean vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre que está en el cielo.

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«Parte tu pan con el hambriento,
hospeda a los pobres sin techo,
cubre a quien ves desnudo
y no te desentiendas de los tuyos.


Entonces surgirá tu luz como la aurora,
enseguida se curarán tus heridas,
ante ti marchará la justicia,
detrás de ti la gloria del Señor. (Is 58,8-9)

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Qué ciego estuve,

habiendo como hay tanta luz,

tantos signos que en todo instante nos dicen la verdad …

Hay que abrir bien los ojos para ver,

aguzar el oído para oír lo que importa.

Cada vez se apodera de mí con más pujanza y dulzura,

la certidumbre de que sólo hay vida.

(Eloy Sánchez Rosillo)

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