Comentario de la liturgia
domingo 8 de mayo
por Carmen Rosa Fernández Chavarino
Carmen Rosa Fernández Chavarino. Me siento afortunada de pertenecer al colegio Sagrado Corazón de Granada desde hace más de veinte años como “seño” de Infantil y madre de alumnas.
Evangelio: San Juan 10, 27-30
Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen; yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrancará de mi mano.
Mi Padre que me las ha dado es más que todos y nadie puede arrancar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos uno.

En este evangelio Jesús es presentado como un Pastor Bueno. Y lo es porque nos conoce, nos quiere, le seguimos y apreciamos su voz. Es más, sabemos que dio su vida por nosotros, y que allí donde vayamos, nos acompañará.
Jesús presenta un Dios Padre cercano, amoroso y preocupado por el bienestar de todos; es totalmente contrario al que presentaban los fariseos y maestros de la ley: un Dios poderoso, justiciero, vengativo y al que había que tenerle miedo.
Y este Buen Pastor llega hasta el extremo, a dar su vida en la cruz para salvar a sus ovejas. A pesar de tener el poder, no escoge salvarse a sí mismo… ¡menuda prueba de amor!
Hoy podríamos reflexionar si en nuestra vida están presentes esas actitudes de Jesús:
¿Intentamos ser “buenos pastores”?
¿Están presentes la escucha, la acogida, la paciencia con “nuestras ovejas”?
¿Nos esforzamos por conocer a los que nos rodean?
¿Hay distracciones que nos hagan apartarnos o evadirnos de nuestra responsabilidad hacia nuestro prójimo?
Ojalá también no olvidemos nuestro rol de “ovejas” y estemos atentos a la llamada del Pastor que nos habla por tantos medios y personas…
Ojalá no nos falte nunca la confianza plena en nuestro Pastor y sepamos elegir su camino.
“Dejémonos conducir por Él hasta donde quiera llevarnos… Él es el Señor de lo absoluto.” Sta. Magdalena Sofía Barat.
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