Seguidora de Jesús y pastoralista, se siente parte de la familia de Sagrado Corazón.
Participante en grupos de oración con Dolores Aleixandre, en la Pascua y Ejercicios espirituales en Santa María de Huerta. También ha dado formación a pastoralistas de FESB y es voluntaria en acogida y acompañamiento de víctimas de abusos en la Iglesia y en la Comisión Diocesana contra la Trata. Forma parte del Equipo de Formación continua de la provincia.
Jn 20, 19-31
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos con las puertas bien cerradas, por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se colocó en medio y les dice:
—Paz con vosotros.
Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron al ver al Señor.
Jesús repitió:
—Paz con vosotros. Como el Padre me envió, así yo os envío a vosotros.
Dicho esto, sopló sobre ellos y añadió:
—Recibid el Espíritu Santo. A quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los mantengáis les quedan mantenidos.
Tomás, que significa Mellizo, uno de los Doce, no estaba con ellos cuando vino Jesús.
Los otros discípulos le decían:
—Hemos visto al Señor.
Él replicó:
—Si no veo en sus manos la marca de los clavos y no meto el dedo por el agujero, si no meto la mano por su costado, no creeré.
A los ocho días estaban de nuevo dentro los discípulos y Tomás con ellos. Vino Jesús a puertas cerradas, se colocó en medio y les dijo:
—Paz con vosotros.
Después dice a Tomás:
—Mete aquí el dedo y mira mis manos; trae la mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, antes cree.
Le contestó Tomás:
—Señor mío y Dios mío.
Le dice Jesús:
—Porque me has visto, has creído; dichosos los que crean sin haber visto.
Otras muchas señales hizo Jesús en presencia de sus discípulos que no están consignadas en este libro. Éstas quedan escritas para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida por medio de él.
Aunque de este pasaje se han escrito muchos comentarios sobre la importancia de creer sin ver, de la fe que no necesita pruebas, etc. Me quiero fijar hoy en otros aspectos, que quizás podrían complementar la mirada:
Tomás parece que necesita procesar lo que ha pasado, comprender para acoger y no solo apoyarse en la fe del grupo. Él es capaz de expresar sus dudas y de planteárselas a Jesús.
Y Jesús no le rechaza, sino que le invita a tocar sus llagas, como si comprendiera que, tras la decepción ante su muerte, necesita rehacerse, superar la crisis, vivenciar personalmente la experiencia de la resurrección, personalizar su fe…
El tocar las heridas del Maestro probablemente le permita conectar con las suyas y tomar conciencia de su propia vulnerabilidad, de la fragilidad de su confianza, de la necesidad de fiarse de verdad… Y recibe el regalo de que Jesús acoge su duda, su desconcierto y su incertidumbre. Y no lo hace a través del reproche, sino de la oportunidad de ser escuchado en su situación.
Me encanta contemplar a Jesús, que se nos acerca a cada uno personalmente, tal como estemos y atiende nuestras necesidades, para reconfortar nuestra fe en el momento en que nos encontremos -sea cual sea-. ¡Qué buena noticia!
Querida Viky, qué alegría leerte y «leerle» a Él también a través de ti! Con Sta Ma dd Huerta en el corazón, abrazo grande desde Salamanca!
FELIZ PASCUA de RESURRECCIÓN!
Me ha llamado la atención tu comentario por la novedad del punto de vista: Jesús acompaña a Tomas en esa situación concreta, en su dificultad de asimilar todo lo ocurrido. Me identifico. Gracias, Viky
Feliz Pascua y con alegría de reencontrarnos
Somos muy afortunadas de sentirnos acogidas por Jesús tal como somos y estamos en cada momento.