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Comentario de la liturgia

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domingo 6 de septiembre

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por Patricia Hevia

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Evangelio: San Mateo 18, 15-20

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Si tu hermano te ofende, ve y amonéstalo, tú y él a solas. Si te escucha has ganado a tu hermano. Si no te hace caso, hazte acompañar de uno o dos, para que el asunto se resuelva por dos o tres testigos. Si no les hace caso, informa a la comunidad. Y si no hace caso a la comunidad considéralo un pagano o un recaudador. Os aseguro que lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.

Os digo también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir cualquier cosa, mi Padre del cielo se la concederá. Pues donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo, en medio de ellos.

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«Otra oportunidad al Amor»

“Si tu hermano peca contra ti”: esa sería una traducción más fiel al texto original y que nos puede ayudar a entrar mejor en la invitación que nos hace Jesús. Una primera lectura del Evangelio de hoy nos puede dejar con la sensación de que en el centro está situado el pecador y que la táctica a seguir es conseguir el mayor número de testigos de su culpa para que, en el caso de que no quiera convertirse, pueda ser condenado.

Pero si escuchamos el Evangelio con oído de discípulas y miramos lo que acontece con la mirada de Jesús descubriremos esa grieta que nos conduce a un horizonte que habla de perdón, reconciliación, paciencia, proceso y empeño en que nada de lo que está llamado a desplegarse quede replegado. Hasta tres veces invita Jesús a reemprender el proceso de diálogo para poder sanar lo roto y reparar el daño causado.

La Buena Noticia de Jesús, su Vida misma, nos sitúan siempre en esa dinámica que habla de acompañar procesos con paciencia, que nos abre al diálogo y al encuentro y que busca que nada se pierda ni quede malogrado, sino que pueda llegar a la vida plena y abundante a la que nos llama Dios, dando siempre otra oportunidad al Amor.

Se nos ha dado un poder muy grande: el de atar y desatar. Que los lazos con los que atemos sean de ternura, de perdón, de compasión. Y que, experimentando como Dios despliega nuestra vida y la libera, en nuestro desatar, ayudemos a los demás a soltar nudos para caminar hacia la Vida plena.

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