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Comentario de la liturgia

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domingo 6 de marzo

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por Manu Andueza

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Manu Andueza, natural de Pamplona, afincado desde hace años en Sant Feliu de Llobregat. Padre de familia, con dos grandes vocaciones: la educación y la teología. Miembro de Cristianismo y Justicia. Ha colaborado y colabora activamente con diferentes entidades sociales. Vive y expresa su fe en una pequeña comunidad laical desde hace más de 15 años.

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Evangelio: San Lucas 4, 1-13

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Jesús, lleno de Espíritu Santo, se alejó del Jordán y se dejó llevar por el Espíritu al desierto, durante cuarenta días, mientras el Diablo lo ponía a prueba. 
   En ese tiempo no comió nada, y al final sintió hambre. El Diablo le dijo: 
   —Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. 
  Le respondió Jesús: 
   —Está escrito: 
   No sólo de pan vive el hombre. 
  Después lo llevó a una cima y le mostró en un instante todos los reinos del mundo. El Diablo le dijo: 
   —Te daré todo ese poder y su gloria, porque a mí me lo han dado y lo doy a quien quiero. Por tanto, si te postras ante mí, todo será tuyo. 
  Le replicó Jesús: 
   —Está escrito: 
   Al Señor tu Dios adorarás, 
   a él solo darás culto. 
  Entonces lo condujo a Jerusalén, lo colocó en el alero del templo y le dijo: 
   —Si eres Hijo de Dios, tírate abajo desde aquí, porque está escrito: 
   Ha dado órdenes 
   a sus ángeles 
   para que te guarden 
  y te llevarán en sus palmas, 
   para que tu pie 
   no tropiece en la piedra. 
  Le respondió Jesús: 
   —Está dicho: 
    No pondrás a prueba 
   al Señor, tu Dios. 
  Concluida la prueba, el Diablo se alejó de él hasta otra ocasión. 

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Nos encontramos ante un texto de esos que al escucharlo nos decimos: este ya me lo sé. Pero el evangelio siempre sorprende. Siempre tiene algo nuevo para cada momento. ¿Qué nos dice hoy este texto? ¿Qué me dice a mí? 

Os invito a hacer oración con el texto, a introduciros junto a Jesús en ese desierto para dialogar con él y con nuestro mundo. Intenta buscar un lugar tranquilo, un paseo bonito, un espacio en el que te resulte fácil rezar, y déjate llevar. Déjate llevar, como Jesús, por el Espíritu, ese espíritu que nos viene a habitar y quiere llenar nuestra realidad (fíjate cómo en el primer verso la palabra Espíritu lo habita todo). 

Ahonda en tu corazón, y sitúate ante las preguntas del texto: ¿de qué tienes hambre?; ¿con qué ojos miras el mundo?; ¿de qué te crees capaz? 

Lucas sitúa en el inicio de la vida pública de Jesús este texto. Necesitamos afrontar preguntas existenciales para caminar por la vida. Preguntas que no se superan en un día, que requieren 40 días, toda una vida para confrontarnos con ellas, para descubrir quiénes somos y cómo queremos ser, para discernir y decidir desde dónde vivir. 

Las respuestas de Jesús no tienen desperdicio. ¿Las querré hacer mías? Ante las necesidades que me genera este mundo, responder con la indiferencia espiritual de saber en quién quiero centrar mi vida. Ante el deseo de poder y control, superar la idolatría y volver al Dios que hace poco celebrábamos se hace pequeño para llegar hasta nosotros. Ante nuestra soberbia superar el orgullo y reconocernos necesitados de cuidados y de Dios, la humildad espiritual para acoger lo que la vida y Dios nos vaya regalando.  

Y el Diablo se alejó, porque nuestro corazón estaba lleno de Espíritu. Ya no había lugar para él. ¿De qué llenaremos nuestro corazón hoy? 

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