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Comentario de la liturgia

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domingo 6 de diciembre

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por Mn David Alvarez

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Evangelio: San Marcos 1, 1-8

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Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: «Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.»»
Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.
Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»

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EN CAMINO CON  JESÚS

Hoy el comienzo del Evangelio de San Marcos nos sitúa en este tiempo de Adviento en la actitud de peregrinación, de caminar. Durante el tiempo de Adviento, tenemos la suerte de poder disfrutar de manera más cercana de la actitud de espera confiada en el Señor. Pero esta espera no puede ser una espera pasiva, de aquel que quiere que todo le sea dado. Sino que el Señor nos invita a esperarlo todo poniéndonos en camino, preparándonos para recibir al Señor, que tiene la iniciativa de venir a visitarnos.

Hace pocos días, en una celebración escolar con alumnos de la ESO les preguntaba cómo se prepararían para un examen. Uno de ellos, el primero, rápidamente me respondió: «Durmiendo».  Quizás sí que podemos preparar con esta confianza en nosotros mismos este camino hacia el Señor. Pero mejor si aseguramos la jugada  acogiendo el mensaje de Juan el Bautista: la llamada a la conversión del corazón. San Juan, nos aproxima, desde la humildad, a la mirada atenta de aquel que espera «al que puede más que yo», del único que puede darnos su Espíritu de consuelo, de justicia y de paz.

La Iglesia nos invita en este tiempo de adviento a poner nuestra mirada en Jesús, a ponernos en camino para recibirlo y encontrarlo. No con una actitud de fans: de aquellos que sólo quieren ponerse en la foto y quedar bien retratados, preocupados por la imagen o por el qué dirán. Sino con la actitud auténtica del discípulo que quiere seguir al Maestro, obrando en su vida de la misma manera que vivió Cristo: con misericordia y atención a los más necesitados.

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