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Comentario de la liturgia
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domingo 5 de diciembre
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por Ana Martín -Peña
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Profesora de Secundaria y Bachillerato en el colegio de Chamartín; pertenece al equipo de interioridad y acción social
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Evangelio: San Lucas 3, 1-6
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En el año decimoquinto del imperio del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tretarca de Iturea y Traconítide, y Lisanio ttetrarca de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías:
«Voz del que grita en el desierto:
Preparad el camino del Señor,
allanad sus senderos;
los valles serán rellenados,
los montes y colinas serán rebajador;
lo torcido será enderezado,
lo escabroso será camino llano.
Y toda carne verá la salvación de Dios».
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Podría parecer que el contexto descrito al comienzo de este pasaje nos queda muy lejano, y ciertamente así es. Más de veinte siglos hace de aquello. Pero no es un contexto tan distinto al nuestro. Las mismas pasiones siguen entretejiendo nuestras almas y la misma Palabra se nos sigue regalando, tierna, cercana, infinita y paciente. ¡Qué gran suerte tenerte presente, Señor!
Juan escuchaba esa Palabra en la soledad del desierto. Tal vez tengamos también nosotros que hacer un poco de silencio, entrar adentro y vaciarnos de tantas luces y tanto ruido. Rezar con confianza para decirle al Señor desde lo profundo: ¡Ven Jesús, que te estoy esperando! Sin duda, merece la pena abrir los oídos y el corazón para recorrer el Adviento con esa profunda alegría de saber que el encuentro está tan cerca.
Y después de escuchar la Palabra, Juan se puso en camino. Recorrió toda la cuenca del Jordán anunciando la venida del Salvador y pidiendo arrepentimiento. También yo siento la necesidad de recorrer los caminos del Adviento para gritar que ya vienes, Señor. Que con tu presencia encarnada nos traes un bautismo de Gracia y de perdón que ya no se acabará nunca.
Gracias, Señor, por invitarnos un año más a compartir la alegría de preparar tu venida, a contagiar ilusión, regalar amistad y hacer familia. Te pedimos en este Adviento ser luz que alumbre el camino hacia el pesebre, para que todos vean tu salvación.
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Una preciosa reflexión, Ana!
Que juntas seamos luz para que todos vean Su salvación.
Un abrazo
Alejandra