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Comentario de la liturgia
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domingo 4 de julio
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por Paqui Rodríguez
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Evangelio: San Marcos 6, 1-6
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En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?»
Y esto les resultaba escandaloso.
Jesús les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.»
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.
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Me llama la atención en este evangelio la cantidad de “asombro” que aparece… El asombro es la impresión que se produce por algo o alguien, por una cualidad que resulta extraordinaria o inesperada.
Aquellos que escuchaban a Jesús en la sinagoga, en su entorno próximo y conocido se asombraban y comentaban desde ese asombro. Se asombraban por lo que decía y sobre todo por ser quien era aquel que lo decía…. “¿De dónde saca todo eso?”
Hablan de él como el artesano, el carpintero… ¿Alguien así nos puede decir esto? También a nosotros nos pasa con frecuencia, muchas veces sin decírnoslo. Sin embargo, tenemos tanto oído interno por abrir para escuchar la sabiduría de Dios en lo cotidiano, en lo más sencillo y sorprendentemente tantas veces, allí donde no esperamos.
Quizás hoy puede ser buen día para “pasear” nuestros sentidos por nuestro entorno, por ese que nos resulta más familiar, y “asombrarnos” con alegría por todo lo que de Dios recibimos en esos caminos “de casa”. Y dejar, que tanto bien, no sea un “obstáculo” que muchas veces viene de nuestras fragilidades, envidias, dolores o desconfianzas, y de obstáculo pase a ser puerta de bendición sanadora.
A Jesús, lo vemos también asombrado, era inesperado para él no ser capaz de hacer vida su palabra sanadora, liberadora, justo “en casa”, donde parece que todo podría ser más fácil. Y “se asombraba de su incredulidad”.
En Marcos, vemos con frecuencia a un Jesús que muestra sus sentimientos: la compasión, el enfado, el asombro…
Puedo intuir también otro sentimiento, la impotencia de sentirse “con las manos atadas”… “no pudo hacer allí muchos milagros”. Quizás la Palabra de hoy, nos invita a mirar a nuestro alrededor, a dejarnos sentir en verdad y a darnos cuenta de si alguna de nuestras actitudes o palabras, silencios, desconfianzas, posesiones o huídas están impidiendo al Señor pasar por la vida desplegándola, especialmente en este mundo sufriente, complejo, desigual y roto, que espera esa VIDA que hace respirar a todos…
Señor, que nuestra vida irradie tu amor y tu Vida, que nos abramos del todo a tu novedad, sin agarrarnos a nada, sin ser estrechos de miras, sin querer controlar las cosas… Que te dejemos estar, pasar, decir, cuestionarnos, llamarnos, invitarnos, pedirnos, sanar, hacer milagros… Que nuestra mente también se ensanche y nuestros pies y nuestras manos… y que no se convierta en obstáculo para ti, la estrechez de nuestra vida… Despliéganos por dentro.
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