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Comentario de la liturgia

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domingo 4 de agosto

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por Mariola López Villanueva RSCJ

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Evangelio: San Lucas 12, 13-21

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En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: <<Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia>>. Él le contestó: <<Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?>>. Y dijo a la gente: <<Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes>>. Y les propuso una parábola: <<Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: ¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha. Y se dijo: Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años: túmbate, come, bebe y date buena vida. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será? Así será el que amasa riqueza para sí y no es rico ante Dios>>.

[/vc_column_text][vc_column_text]EVANGELIO DIARIO 2019 – Edit Mensajero – Librería Claret[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]

Hay dos dinámicas que atraviesan el evangelio: la dinámica del acumular, del retener, del apropiarse…, que lleva a la necedad, y aquella que tiene que ver con el ofrecer, con el dar, con el hacerse don.

Desde los comienzos la bendición de Dios es disputada, y las historias sobre hermanos enfrentados por la herencia atraviesan la Biblia y también la vida real. Es triste comprobar cuántas relaciones se frustran y enquistan por temas de bienes. Nos proyectamos hacia delante a través de nuestras posesiones, al igual que el hombre rico de la parábola, como si aquello que queremos retener nos diera futuro y seguridad. Se nos va la vida en acumular: reconocimiento, elogios, logros… Pero el valor de una persona no está en su éxito social; todo se nos puede retirar de un día para otro. Como decía Etty Hillesum: <<La grandeza de un ser humano, su verdadera riqueza, no está en lo que se ve, sino en lo que lleva en su corazón…, en lo que le queda una vez extinguido lo que le confería brillo exterior. ¿Qué le queda? Sus recursos íntimos y nada más>>.

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