[vc_row][vc_column][vc_column_text]

Comentario de la liturgia

[/vc_column_text][vc_column_text]

domingo 3 de septiembre

[/vc_column_text][vc_column_text]

por Santi Rubio

[/vc_column_text][vc_column_text]

Maestro en Sagrat Cor Diputació, Barcelona

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_separator][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]

Evangelio: San Mateo 16, 21-27

[/vc_column_text][vc_column_text]

A partir de entonces Jesús comenzó a explicar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, padecer mucho a causa de los senadores, sumos sacerdotes y letrados, sufrir la muerte y al tercer día resucitar. 
  Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: 
   —¡Dios te libre, Señor! No te sucederá tal cosa. 
  Él se volvió y dijo a Pedro: 
   —¡Aléjate, Satanás! Quieres hacerme caer. Piensas como los hombres, no como Dios. 
 
  Entonces Jesús dijo a los discípulos: 
   —Quien quiera seguirme que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y me siga. Quien se empeñe en salvar su vida la perderá; pero quien pierda la vida por mí la conservará. ¿Qué le aprovecha al hombre ganar todo el mundo a costa de su vida?, ¿qué precio pagará por su vida? El Hijo del Hombre ha de venir con la gloria de su Padre y acompañado de sus ángeles. Entonces pagará a cada uno según su conducta.

[/vc_column_text][vc_single_image image=»11936″ alignment=»center» css=».vc_custom_1693481849599{padding-bottom: -10px !important;}»][vc_column_text css=».vc_custom_1693481834744{padding-top: -20px !important;}»]

Iglesia de Santa Marina en Udalla, Cantabria 

[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]

En este pasaje del Evangelio, Jesús ante la encrucijada de vivir los terribles acontecimientos que le esperan en Jerusalén y la tentación de eludir su compromiso con el Padre, toma la decisión de poner su vida al servicio de la voluntad de Dios. 

 Piensas como los hombres, no como Dios.

 Nuestra condición humana nos lleva a vivir evitando riesgos y sinsabores, a instalarnos en la comodidad y el confort, a “vivir la vida para nosotros”. Ante la tentación de poder decir no a esta tarea que se le ha encomendado, Jesús nos muestra el camino del compromiso personal en el servicio a los demás, al servicio de nuestro prójimo, a “vivir la vida para los otros”.  

 Quien quiera seguirme que se niegue a sí mismo, cargue su cruz y me siga.

“Vivir la vida para los otros” implica renunciar a las comodidades y refugios que nos procuramos. Es necesario dar un paso adelante, confiar en Dios, y esforzarnos todos los días para que las personas que están en nuestro entorno familiar, laboral, de vecindad, … descubran la bondad de la vida por nuestra cercanía, por nuestro servicio, por nuestra compañía, por nuestra palabra, por nuestro ejemplo, por nuestro trabajo, por nuestra exigencia, … por poner de manifiesto el amor de Dios por los hombres. 

Jesús, con su ejemplo, nos invita a comprometer nuestra vida al servicio de los demás, nos invita a renunciar a la tranquilidad del día a día para exigirnos trabajar por y para los demás, nos descubre el valor de nuestra vida esforzada frente al valor de la vida relajada a la que nos invita el mundo actual. 

La confianza en Dios y nuestra fe han de alimentar nuestras fuerzas para conseguirlo.  

¿Qué le aprovecha al hombre ganar todo el mundo a costa de su vida?

Viviendo de este modo, viviendo para los demás, damos valor a nuestra vida. Estamos así en sintonía con la idea de que somos hermanos, de que somos hijos de Dios y que así colaboramos con su Plan de hacer del mundo un punto de encuentro entre los hombres donde el amor de Dios está presente. 

De qué le sirve al hombre ganarse el mundo con su egoísmo si en ese empeño “pierde su vida”. Con este sentido de entrega, de servicio es como el hombre “gana su vida”.  

La vida se nos da y se merece dándola. (Tagore)

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

Ir al contenido