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Comentario de la liturgia

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domingo 29 de noviembre

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por Teresa Gomà RSCJ

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Evangelio: San Marcos 13, 33-37

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En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!»

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El inicio del Adviento supone, en esta tesitura que estamos viviendo, la oportunidad de abrir ventanas, de dejar que el aire fresco de lo nuevo acaricie nuestra existencia. Ni las restricciones, ni la distancia, ni el «a las 10h en casa»…. pueden más que sentirse a la espera de algo inesperado y sorprendente que sí, de verdad, cambiará toda nuestra vida. 

«Velad» dice el evangelio. Que el Señor se acerca, que el Señor está a la puerta. ¿Cómo nos encontrará? Si nos halla temerosos, con las ventanas cerradas y el corazón asustado, no tendrá espacio… Solo si nos encuentra bien despiertos, abiertos a los demás, a sus alegrías y a sus necesidades, solo así encontrará el hueco para colarse entre el miedo y la fatiga que nos invaden.

Vigilad, velad, estad alerta… que el Señor pasa y quiere quedarse. 

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