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Comentario de la liturgia

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domingo 28 de marzo

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por Mariola López Villanueva 

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Evangelio: San Marcos 14, 1-15, 47

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Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según san Marcos

Pretendían prender a Jesús a traición y darle muerte

 [C] Faltaban dos días para la Pascua y los Ázimos. Los sumos sacerdotes y los escribas pretendían prender a Jesús a traición y darle muerte. Pero decían: [S] <<No durante las fiestas; podría amotinarse el pueblo>>.

Se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura

[C] Estando Jesús en Betania, en casa de Simón, el leproso, sentado a la mesa, llegó una mujer con un frasco de perfume muy caro, de nardo puro; quebró el frasco y lo derramó en la cabeza de Jesús. Algunos comentaban indignados: [S] <<¿A qué viene este derroche de perfume? Se podía haber vendido por más de trescientos denarios para dárselo a los pobres>>. [C] Y regañaban a la mujer. Pero Jesús replicó: [J] <<Dejadla, ¿por qué la molestáis? Lo que ha hecho conmigo está bien. Porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros y podéis socorrerlos cuando queráis; pero a mí no me tenéis siempre. Ella ha hecho lo que podía: se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura.  Os aseguro que, en cualquier parte del mundo donde se proclame el Evangelio, se recordará también lo que ha hecho esta>>.

Prometieron dinero a Judas Iscariote

[C] Judas Iscariote, uno de los Doce, se presentó a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Al oírlo, se alegraron y le prometieron dinero. Él andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.

¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?

[C] El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: [S] <<¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?>>. [C] Él envió a dos discípulos, diciéndoles: [J] <<Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos? Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena>>. [C] Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua.

Uno de vosotros me va a entregar

[C] Al atardecer fue él con los Doce. Estando a la mesa comiendo, dijo Jesús: [J] <<Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo>>. [C] Ellos, consternados, empezaron a preguntarle uno tras otro: [S] <<¿Seré yo?>>. [C] Respondió: [J] <<Uno de los Doce, el que está mojando en la misma fuente que yo. El Hijo del Hombre se va, como está escrito de él; pero ¡ay del que va a entregar al Hijo del Hombre!, ¡más le valdría no haber nacido!>>.

Esto es mi cuerpo. Y esta es mi sangre

[C] Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: [J] <<Tomad, esto es mi cuerpo>>. [C] Cogiendo la copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron. Y les dijo: ^J* <<Esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el Reino de Dios>>.

Antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres

[C] Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos. Jesús les dijo: [J] <<Todos vais a caer, como está escrito: Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas. Pero, cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea.>>. [C] Pedro replicó: [S] <<Aunque todos caigan, yo no>>. [C] Jesús le contestó: [J] <<Te aseguro que tú hoy, esta noche, antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres>>. [C] Pero él insistía: [S] <<Aunque tenga que morir contigo, no te negaré>>. [C] Y los demás decían lo mismo.

Empezó a sentir terror y angustia

[C] Fueron a un huerto, que llaman Getsemaní, y dijo a sus discípulos: [J] <<Sentaos aquí mientras voy a orar>>. [C] Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a sentir terror y angustia, y les dijo: [J] <<Me muero de tristeza; quedaos aquí velando>>. [C] Y, adelantándose un poco, se postró en tierra diciendo que, si era posible, se alejase de él aquella hora; y dijo: [J] <<Me muero de tristeza; quedaos aquí y velad conmigo>>. [C] Y, adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y oraba diciendo: [J] <<¡Abbá! (Padre), tú lo puedes todo; aparta de mí este cáliz. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que tú quieres>>. [C] Volvió y, al encontrarlos dormidos, dijo a Pedro: [J] <<Simón, ¿duermes?; ¿no has podido velar ni una hora? Velad y orad, para no caer en la tentación; el espíritu es decidido, pero la carne es débil>>. [C] De nuevo se apartó y oraba repitiendo las mismas palabras. Volvió y los encontró otra vez dormidos, porque tenían los ojos cargados. Y no sabían qué contestarle. Volvió por tercera vez y les dijo: [J]<<Ya podéis dormir y descansar. ¡Basta! Ha llegado la hora; mirad que el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega>>.

Prendedlo y conducidlo bien sujeto

[C]Todavía estaba hablando cuando se presentó Judas, uno de los Doce, y con él gente con espadas y palos, mandada pro los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había dado una contraseña, diciéndoles: [S] <<Al que yo bese, ese es; prendedlo y conducidlo bien sujeto>>. [C] Y en cuanto llegó, se acercó y le dijo: [S]<<¡Maestro!>>. [C] Y lo besó. Ellos le echaron mano y lo prendieron. Pero uno de los presentes, desenvainando la espada, de un golpe le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús tomó la palabra y les dijo: [J]<<¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos como a un bandido? A diario os estaba enseñando en el templo, y no me detuvisteis. Pero que se cumplan las Escrituras>>. [C] Y todos lo abandonaron y huyeron. Lo iba siguiendo un muchacho, envuelto solo en una sábana, y le echaron la mano; pero él, soltando la sábana, se les escapó desnudo.

¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?

[C] Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote, y se reunieron todos los sumos sacerdotes y los ancianos y los escribas. Pedro lo fue siguiendo de lejos, hasta el interior del palacio del sumo sacerdote; y se sentó con los criados a la lumbre para calentarse. Los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno buscaban un testimonio contra él, los testimonios no concordaban. Y algunos, poniéndose en pie, daban testimonio contra él diciendo: [S]<<Nosotros le hemos oído decir: Yo destruiré este templo, edificado por hombres, y en tres días construiré otro no edificado por hombres>>. [C] Pero ni en esto concordaban los testimonios. El sumo sacerdote se puso en pie en medio e interrogó a Jesús: [S] <<¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?>>. [C] Pero él callaba, sin dar respuesta. El sumo sacerdote lo interrogó de nuevo, , preguntándole: [S] <<¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?>>. [C] Jesús contestó: [J]<<Sí lo soy. Y veréis que el Hijo del Hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene entre las nubes del cielo>>. [C] El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras, diciendo: [S]<<¿Qué falta hacen más testigos? Habéis oído la blasfemia, ¿Qué decís?>>. [C] Y todos los declararon reo de muerte. Algunos se pusieron a escupirle y, tapándole la cara, lo abofeteaban y le decían: [S]<<Haz de profeta>>. [C] Y los criados le daban bofetadas.

No conozco a este hombre que decís

[C] Mientras Pedro estaba abajo en el patio, llegó una criada del sumo sacerdote y, al ver a Pedro calentándose, lo miró y dijo: [S]<<También tú andabas con Jesús el Nazareno>>. [C] Él lo negó, diciendo: [S]<<Ni sé ni entiendo lo que quieres decir>>. [C] Salió fuera al zaguán, y un gallo cantó. La criada, al verlo, volvió a decir a los presentes: [S] <<Este es uno de ellos>>. [C] Y él lo volvió a negar. Al poco rato, también los presentes dijeron a Pedro: [S] <<Seguro que eres uno de ellos, pues eres galileo>>. [C] Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar: [S] <<No conozco a ese hombre que decís>>. Y enseguida, por segunda vez, cantó un gallo. Pedro se acordó de las palabras que le había dicho Jesús: <<Antes de que cante el gallo dos veces, me habrás negado tres>>. y rompió a llorar.

¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?

[C] Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes, con los ancianos, los escribas y el sanedrín en pleno, se reunieron y, atando a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Pilato le preguntó: [S] <<¿Eres tú el Rey de los judíos?>>. [C] Él respondió: [J] <<Tú lo dices>>. [C] Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato preguntó de nuevo: [S] <<¿No contestas nada? Mira cuántos cargos presentan contra ti>>. [C] Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba muy extrañado. Por la fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido  un homicidio en la revuelta. La gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre.  Pilato les contestó: [S] <<¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?>>. [C] Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidiera la libertad de Barrabás. Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó: [S] <<¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?>>. [C] Ellos gritaron de nuevo: [S] <<¡Crucifícalo!>> [C] Pilato les dijo: [S] <<Pues ¿qué mal ha hecho?>> [C]Ellos gritaron más fuerte: [S] <<¡Crucifícalo!>>. [C] Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, le soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.

Los soldados se lo llevaron al interior del palacio –al pretorio– y reunieron a toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo:
S. «¡Salve, rey de los judíos!»
C. Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo. Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz. Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «la Calavera»), y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno. Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: «El rey de los judíos.» Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: «Lo consideraron como un malhechor.» Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:
S. «¡Anda!, tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz.»
C. Los sumos sacerdotes con los escribas se burlaban también de él, diciendo:
S. «A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.»
C. También los que estaban crucificados con él lo insultaban. Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y, a la media tarde, jesús clamó con voz potente:
+ «Eloí, Eloí, lamá sabaktaní.»
C. Que significa:
+ «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
C. Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
S. «Mira, está llamando a Elías.»
C. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber, diciendo:
S. «Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo.»
C. Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:
S. «Realmente este hombre era Hijo de Dios.»[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_single_image image=»8285″][vc_column_text]

Podemos mirar de reojo a los distintos personajes que están en torno a la cruz, y creer que no somos como esos que rechazan a Jesús; nosotros somos buena gente. Hélène Berr es una joven judía que asiste a clases en la Universidad de Paris, es amante de la música y de los libros y sale con un joven encantador. Pero algo indescriptible va a irrumpir en su vida. Recoge en su diario en abril de 1942: “A cada hora del día se repite la dolorosa experiencia que consiste en darse cuenta de que los demás no saben, ni siquiera imaginan, los sufrimientos de los otros hombres…” Apenas tenemos idea de los dolores que siegan las vidas de tantas personas cerca de nosotros.

Que no nos adentremos en la pasión como espectadores pasivos, ni tampoco como si fueran otros los que llevan a Jesús a la cruz. Pidamos la gracia de contemplarla no como inocentes sino como perdonados. Acompañar a los que hoy sufren, acompañar al Señor en la pasión, nos cura y nos humaniza. Los seis monjes trapenses de Tibhirine rezaban cuando recibieron amenazas terroristas: “ Señor, desármalos y desármanos”

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