Comentario de la liturgia
Sagrado Corazón
por Marisol Soler RSCJ
Evangelio: San Lucas 15, 3-7
Entonces les dijo esta parábola:
¿Quién de vosotros que tenga cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la perdida hasta que la encuentre? Y, al encontrarla, se la echa sobre los hombros gozoso, y al llegar a casa, llama a los amigos y vecinos, y les dice: ¡Alegraos conmigo, porque hallé la oveja que se me perdió! Así os digo que habrá en el cielo más alegría por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de arrepentimiento.

Dibujo de Yuka Arita rsc
Desde hace miles de años los pastores conducen los rebaños de noche a los pastos más altos de la montaña. Y “El Shaddai” los acoge y nutre en su seno o “Shad”, donde brotan los manantiales del agua más fresca y viva.
“Que bien sé yo la fuente que mana y corre, aunque es de noche”.
Hoy, en la noche de nuestra madre tierra devastada, en la noche de su humanidad más vulnerada y desplazada, en nuestra sed y fragilidad personal, grupal, eclesial, el Jesús de Lucas, como Buen Pastor : “nos busca, recoge, reúne, venda, fortalece y nos conduce”… -cuánto cuidado y cariño en estos verbos…- hasta el seno de su costado abierto. Y ahí, nos nutre, apacienta y hace reposar.
“El que tenga sed que venga a mí y beba” (Jn 7, 37) gritó un día, y al final, asilenciado ya en la cruz en un último gesto de donación, como un parto del Espíritu, derramó su Amor más hondo y vivificante. Entremos en su Corazón, ¡“Spes única”!, bebamos de esa Fuente inagotable y dejémosla fluir hasta que nos invada, para gestar, alimentar y cuidar una tierra nueva, que engendre vida y Bendición.
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