[vc_row][vc_column][vc_column_text]

Comentario de la liturgia

[/vc_column_text][vc_column_text]

domingo 28 de julio

[/vc_column_text][vc_column_text]

por Mariola López Villanueva RSCJ

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_separator][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]

Evangelio: San Lucas 11, 1-13

[/vc_column_text][vc_column_text]

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulo le dijo: <<Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos>>. Él les dijo: <<Cuando oréis decid: Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, sanos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación>>. Y les dijo: <<Si alguno de vosotros tiene un amigo y viene durante la medianoche para decirle: «Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle» y, desde dentro, el otro le responde: «No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados: no puedo levantarme para dártelos», si el otro insiste llamando, yo os digo que si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite. Pues así os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide, recibe; quien busca, halla; y al que llama, se le abre. ¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestro hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?>>.

[/vc_column_text][vc_column_text]EVANGELIO DIARIO 2019 – Edit Mensajero – Librería Claret[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]

Los discípulos le veían orar. Acabamos pareciéndonos a aquello que miramos. Jesús les muestra que, aunque necesita retirarse en soledad, no ora en primera persona porque el paso principal cara a Dios es el que va del <<mío>> al <<nuestro>>.

Oramos para los demás y así lo hacemos también por nosotros. Jesús nos cuenta una historia. Nada más revelador que las situaciones  ordinarias de la vida y los modos en que actuamos en ellas.  En este relato la fuerza recae en la insistencia, en persistir, en no dejar de intentarlo…, pues si humanamente respondemos, aunque sea por hartura, a lo que se nos pide sin cesar, cuánto más Dios, el único bueno, nos dará aquello que necesitamos. Pero ¿nosotros requerimos, no esto o aquello, sino el Espíritu, el Espíritu mismo con suficiente deseo? Grabemos a fuego esta convicción de Jesús: nos da cuando pedimos, nos abre cuando llamamos, lo encontramos cuando buscamos… con sincero corazón. 

[/vc_column_text][vc_row_inner][vc_column_inner][/vc_column_inner][/vc_row_inner][vc_column_text]

ACUÉRDATE (atribuida a San Bernardo)

Acuérdate, piadosa Virgen María, que jamás se ha oído decir que haya sido abandonado ninguno de cuantos han acudido a ti implorando tu ayuda.

Animado con esta confianza, a ti también acudo, Madre de bondad, y me atrevo a implorarte a pesar de mis pecados. No deseches mis súplicas, antes bien escúchalas y acógelas con piedad. Amén.

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

Ir al contenido