[vc_row][vc_column][vc_column_text]

Comentario de la liturgia

[/vc_column_text][vc_column_text]

domingo 26 de febrero

[/vc_column_text][vc_column_text]

por Mariado Górriz, rscj

[/vc_column_text][vc_column_text]

Soy Mª Dolores Gorriz Unzu (habitualmente Mariado), navarra de nacimiento (Pamplona). La ampliación de mi  familia en las «religiosas del Sagrado Corazón de Jesús» me ha posibilitado conocer experiencialmente en la riqueza de múltiples culturas, personas y paisajes, la asombrosa fecundidad de Dios en las diferencias de su creación. El gran anhelo que vertebró mi vida desde adolescente fue  y sigue siéndolo, con los 80 cumplidos , aprender a VIVIR, es decir a AMAR, fijos los ojos en Jesús… Es  la aventura interior-exterior.  cotidiana, apasionante y sin fin que da sentido y alegría a mi existencia. 

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_separator][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]

Evangelio: San Mateo 4, 1-11

[/vc_column_text][vc_column_text]

En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre.
El tentador se le acercó y le dijo:
«Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes».
Pero él le contestó:
«Está escrito: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”».
Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en el alero del templo y le dijo:
«Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”».
Jesús le dijo:
«También está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”».
De nuevo el diablo lo llevó a un monte altísimo y le mostró los
reinos del mundo y su gloria, y le dijo:
«Todo esto te daré, si te postras y me adoras».
Entonces le dijo Jesús:
«Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”».
Entonces lo dejó el diablo, y he aquí que se acercaron los ángeles y lo servían.

[/vc_column_text][vc_single_image image=»11013″][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]

El Evangelio  nos presenta, en este inicio de la Cuaresma,   a Jesús “ llevado por el Espíritu al desierto ,  para ser tentado…”  Quizás nos cause   extrañeza. ¿Cómo puede ser que el mismo Espíritu  de Dios, que se posa sobre   Jesús en el Bautismo, revelándole  su identidad profunda de “Hijo amado, ” lo conduzca  al desierto para ser tentado? 

 Esta escena  nos  habla de una manera alegórica  del ser de  Dios, del ser de Jesús, de  nuestro propio ser. Alumbra  la  Fuente  de la que  mana toda la creación,  la existencia humana, y su sentido… Jesús, es la encarnación histórica del Misterio de  Dios,   Amor, Vida . Su Espíritu es Presencia continuada, que habita, envuelve y alienta    silenciosamente, todo lo creado  desde y  hacia el Amor. Y, podemos vislumbrar   también  cómo ” la tentación” se convierte en un lugar luminoso cuando , como Jesús,  somos  conscientes de ella, y desde su  Espíritu, consentimos  en ser llevadas/os  más allá  de nuestro yo psicológico, a ese lugar interior, en el que experimentamos, como Jesús, nuestra identidad esencial: ser en Dios,  hijas  amadas, hijos amados.  

Las personas hambreamos amor, anhelamos una vida plena, abundante y sin embargo, frecuentemente erramos el camino. Nos tienta, como a Jesús en este pasaje, lo que  aparentemente  se nos presenta como seguridad básica, es decir todo aquello que  la sociedad valora y a nuestro yo protagonista   le parece seguro y  controlable: lo milagroso, la imagen, el poder, incluso el Misterio de Dios.   

Al contemplar cómo responde Jesús  ante  la realidad de ser tentado,  caemos en la cuenta de  que comienza ayunando (depende de él mismo) y después de 40 días,  al sentir hambre y establecer un diálogo con la tentación, esta acaba transformada en   conversión al reconocer  al Abba como Fuente  de amor,  sentido  de su ser y  del de toda la creación… Jesús se dice y nos dice:  “Al Señor, tu Dios  adorarás…” Nos muestra, como a Nicodemo, que el camino hacia una vida plena es dejarse dar a luz por el Espíritu. ( cf. juan 3, 1 y ss) 

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

Ir al contenido