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Comentario de la liturgia

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domingo 25 de diciembre

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por Dolores Aleixandre RSCJ

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Evangelio: San Juan 1, 1-16

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Al principio ya existía la Palabra 
   y la Palabra se dirigía a Dios, 
   y la Palabra era Dios. 
  Ésta al principio se dirigía a Dios. 
  Todo existió por medio de ella, 
   y sin ella nada existió de cuanto existe. 
 
  En ella había vida, 
   y la vida era la luz de los hombres; 
  la luz brilló en las tinieblas, 
   y las tinieblas no la comprendieron. 
 
  Hubo un hombre enviado por Dios, llamado Juan, que vino como testigo, para dar testimonio de la luz, de modo que todos creyeran por medio de él. 
 
  No era él la luz, sino un testigo de la luz. 
  La luz verdadera que ilumina a todo hombre 
   estaba viniendo al mundo. 
  En el mundo estaba, el mundo existió por ella, 
   y el mundo no la reconoció. 
  Vino a los suyos, 
   y los suyos 
   no la acogieron. 
 
  Pero a los que la acogieron, 
   a los que creen en ella, 
   los hizo capaces de ser hijos de Dios: 
  quienes no han nacido de la sangre 
   ni del deseo de la carne, 
   ni del deseo del varón, sino de Dios. 
  La Palabra se hizo hombre 
   y acampó entre nosotros. 
  Y nosotros contemplamos su gloria, 
   gloria como de Hijo único del Padre, 
   lleno de lealtad y fidelidad. 
  Juan grita dando testimonio de él: Éste es aquél del que yo decía: El que viene detrás de mí, es más importante que yo, porque existía antes que yo. 
 
  De su plenitud hemos recibido todos: 
   una lealtad que responda a su lealtad. 

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¿Por qué esta imagen hoy, en lugar de una de Navidad?  

Porque es la letra hebrea del COMIENZO y  hoy celebramos el inicio de la presencia visible de nuestro Dios entre nosotros. 

En el comienzo… El prólogo del Evangelio de Juan comienza con la misma expresión con que se inicia el libro del Génesis. Bereshit  en hebreo es una palabra compuesta por la preposición be: en el interior, dentro de…,  que señala también un momento concreto, una ocasión. Reúne así los dos elementos – espacio y tiempo- que constituyen nuestra vida,  la condición misma de la existencia humana.  

La forma de la bet  se parece a un cuadrado incompleto que deja  el lado izquierdo completamente abierto. Como la escritura hebrea va de derecha a izquierda, esta forma simboliza el sentido  del camino: avanzar sin dispersarse, ni demasiado arriba ni demasiado  abajo y sin dar marcha atrás, porque la línea vertical derecha es el punto de partida. Y es siempre a partir de esa línea desde la que hay que avanzar siempre hacia delante, empezando una y otra vez siempre desde ahí  cada nuevo comienzo.  

Reshit  – comienzo, inicio…-, tiene que ver con la palabra rosh, cabeza, cerebro, centro del sistema nervioso y sensorial, de las facultades intelectuales y de la conciencia. En la Biblia expresa la totalidad del ser humano, cuerpo y espíritu unidos. Situada en lo más alto de nuestro cuerpo, la cabeza (rosh) designa también el punto más alto en un espacio. La cima o “cabeza de  un monte”, la “cabeza de un árbol…”  

Algo tan sencillo como una palabra ilumina esta Navidad: un camino nuevo  se abre ante nosotros y en él  llevamos como Compañero al que es nuestra Cabeza, Jesús el Señor. 

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