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Comentario de la liturgia
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domingo 3 de marzo
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por Olaya Mayans RSCJ
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Religiosa del Sagrado Corazón, actualmente vivo en Madrid, donde trabajo en el campo de la salud como médico de familia.
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Evangelio: San Juan 20, 19-31
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Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos con las puertas bien cerradas, por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se colocó en medio y les dice:
—Paz con vosotros.
Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron al ver al Señor.
Jesús repitió:
—Paz con vosotros. Como el Padre me envió, así yo os envío a vosotros.
Dicho esto, sopló sobre ellos y añadió:
—Recibid el Espíritu Santo. A quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los mantengáis les quedan mantenidos.
Tomás, que significa Mellizo, uno de los Doce, no estaba con ellos cuando vino Jesús.
Los otros discípulos le decían:
—Hemos visto al Señor.
Él replicó:
—Si no veo en sus manos la marca de los clavos y no meto el dedo por el agujero, si no meto la mano por su costado, no creeré.
A los ocho días estaban de nuevo dentro los discípulos y Tomás con ellos. Vino Jesús a puertas cerradas, se colocó en medio y les dijo:
—Paz con vosotros.
Después dice a Tomás:
—Mete aquí el dedo y mira mis manos; trae la mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, antes cree.
Le contestó Tomás:
—Señor mío y Dios mío.
Le dice Jesús:
—Porque me has visto, has creído; dichosos los que crean sin haber visto.
Otras muchas señales hizo Jesús en presencia de sus discípulos que no están consignadas en este libro. Éstas quedan escritas para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida por medio de él.
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El evangelio de este segundo domingo de Pascua es muy rico y sencillamente comparto dos “perlas” que descubro en él.
Por un lado, Jesús resucitado se hace presente a sus discípulos comunicándoles paz en medio de su miedo. Paz desde las heridas aceptadas y la injusticia desbancada por el bien. Paz SIN REPROCHES, como signo inconfundible de su cercanía.
En nuestro mundo tan dolorosamente necesitado de paz en Ucrania y en otros muchos lugares, este saludo-invitación de Jesús no puede tocar más hondamente nuestro corazón. Ojalá no nos retiremos de entrada ante esta invitación pensando que nos queda demasiado lejos o que ya llegamos tarde. Nunca es tarde para rescatar y cuidar la vida.
Por otro lado, encuentro en Tomás no solo incredulidad sino también deseo sincero de hacer experiencia personal de la resurrección-Vida de Jesús. Más allá de lo que viera o tocara, podemos rescatar de Tomás su necesidad-petición de encontrarse personalmente con el Señor, sin dejar de formar parte de su comunidad de fe. Para nada sobra esta búsqueda de vivencia personal de la fe, que también necesita ser compartida con otros.
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Gracias Olaya! Me resuena….