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Comentario de la liturgia

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domingo 22 de agosto

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por Manu Andueza

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Evangelio: San Juan 6, 60-69

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Muchos de los discípulos que lo oyeron comentaban:
   —Este discurso es bien duro: ¿quién podrá escucharlo?
  Jesús, conociendo por dentro que los discípulos murmuraban, les dijo:
   —¿Esto os escandaliza? ¿Qué será cuando veáis a este Hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es el que da vida, la carne no vale nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Pero hay algunos de vosotros que no creen –desde el comienzo sabía Jesús quiénes no creían y quién lo iba a traicionar–.
  Y añadió:
   —Por eso os he dicho que nadie puede acudir a mí si el Padre no se lo concede.
  Desde entonces muchos de sus discípulos se echaron atrás y ya no andaban con él.

  Así que Jesús dijo a los Doce:
   —¿También vosotros queréis marcharos?
  Simón Pedro le contestó:
   —Señor, ¿a quién iremos? Tú dices palabras de vida eterna. Nosotros hemos creído y reconocemos que tú eres el Consagrado de Dios.

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Inicialmente nos encontramos ante un texto que se nos hace difícil. Pero si nos detenemos ante él con actitud de escucha y, dejando que el Espíritu nos habite, nos daremos cuenta enseguida que tiene mucho que ver con nosotros y nuestro camino en la fe. 

Los que escuchan no entienden a Jesús, como muchas veces nos puede pasar a nosotros. El hecho de creernos cerca no siempre garantiza entender bien qué nos está diciendo. 

Ante el desconcierto y la duda, ese Pedro que todos llevamos dentro pretende afirmar que le considera el enviado por Dios. Las dudas generadas en los discípulos y las preguntas que plantea Jesús vienen por aquí, por reconocer a Jesús como el Hijo de Dios. La frase Señor, ¿a quién iremos? nos cuestiona nuestra fe. 

Y ello nos lleva a las palabras que Jesús nos ha ido dirigiendo, palabras que son espíritu y vida. Es un buen momento para hacer una parada, para repasar aquellas palabras que a lo largo de nuestra existencia nos han dado vida, aquellas que han hecho resonar nuestro interior. Solo así hallaremos el camino del Espíritu. Así, y volviendo la mirada a Jesús, para conocerle, escucharle y descubrirle como el Consagrado de Dios. Tal vez estos días de verano sean un buen momento para retomar el estudio de alguno de los evangelios… y desde ahí preguntarnos ¿quién es Jesús para mí?

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