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Comentario de la liturgia

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domingo 21 de julio

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por Mariola López Villanueva RSCJ

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Evangelio: San Lucas 10, 38-42

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En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: <<Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano>>. Pero el Señor le contestó: <<Marta, Marta: andas inquieta y nerviosa con tantas cosas: solo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán>>.

[/vc_column_text][vc_column_text]EVANGELIO DIARIO 2019 – Edit Mensajero – Librería Claret[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]

Marta recibe a Jesús en su casa, pero aún necesita aprender a servir como él. En la escena la encontramos agobiada, se compara y compite con su hermana.

Jesús la llama por dos veces, como fue invocado el nombre de Moisés ante la zarza ardiente. No se trata de trabajar por los demás, de darnos hasta agotarnos… Lo que cuenta no es <<lo que hacemos>> sino el modo en que lo realizamos, la atención amorosa con la que actuamos y estamos en las cosas. Nuestra presencia a su Presencia en todo: eso es lo único que nadie nos podrá quitar.

Necesitamos volver a mirarla en el evangelio de Juan para descubrir cómo Marta ha ido aprendiendo esto (véase Juan 12, 1-7). Aquí Marta está también sirviendo la mesa, pero en esta ocasión la presentimos unificada: no anda desajustada, no se queja, no necesita justificarse ante Jesús, no se compara ya con su hermana, la deja ser – cada una en su registro-, sirve desde su centro; gusta la presencia del Señor en la casa, está pacificada en su quehacer, y experimenta la aceptación de poder ser ella misma. Marta seguirá sirviendo, pero ahora lo hará de otra manera.

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