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Comentario de la liturgia

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domingo 20 de marzo

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por Paqui Rodríguez, RSCJ

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RSCJ, comparto la vida y la misión en nuestra comunidad del barrio de Tetuán en Madrid. En el cotidiano, y desde hace ya años, acompañando la vida pastoral de los colegios de la Fundación Educativa Sofía Barat desde el equipo de Titularidad.  

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Evangelio: San Lucas 13, 1-9

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En aquella ocasión se presentaron algunos a informarle acerca de unos galileos cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. 
  Él contestó: 
   —¿Pensáis que aquellos galileos, dado que sufrieron aquello, eran más pecadores que los demás galileos? Os digo que no; pero si no os arrepentís, acabaréis como ellos. 
  O aquellos dieciocho sobre los cuales se derrumbó la torre de Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que el resto de los habitantes de Jerusalén? Os digo que no; pero si no os arrepentís acabaréis como ellos. 
 
  Y les propuso la siguiente parábola: 
   —Un hombre tenía una higuera plantada en su huerto. Fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. 
  Dijo al hortelano: 
   —Llevo tres años viniendo a buscar fruta en esta higuera y no la hallo. Córtala, que encima está esquilmando el terreno. 
  Él le contestó: 
   —Señor, déjala todavía este año; cavaré alrededor y la abonaré, a ver si da fruto. Si no, la cortas el año que viene.

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“El sitio que pisas es sagrado”… Se lo dice el Señor a Moisés en la primera lectura de hoy y, mientras rezo este evangelio de las “segundas, terceras e infinitas oportunidades”, siento que este sitio en el que Dios es un Dios esperanzado y paciente con nuestra debilidad humana, este, es sitio de su Presencia, es “lugar sagrado”. 

Traigo a la humanidad herida…La traemos en nuestra oración de hoy y de cada día. No puede ser de otra manera. En el corazón hoy, la guerra, las miles de personas desplazadas, heridas en sus cuerpos y en sus almas, la tensión en Ucrania y en tantos lugares de la tierra donde el mundo está herido, fracturado. Traigo al corazón esa imagen   de la higuera de la que se espera fruto y sueño con una Humanidad que se vuelve al Amor, que se abre de nuevo a la curación y a la reconciliación, una vez más… 

También cada uno de nosotros experimentamos el derroche de ese Buen Hortelano que nos sale al encuentro buscando el don de nuestra vida, ese al que le pueden las entrañas de compasión cuando no encuentra el fruto, ese que está dispuesto  siempre a ese “año más” que es un plazo final que siempre sentimos prorrogado, el que se hace cargo de nosotros, de limpiar y abonar el terreno, de regalarnos “condiciones necesarias” (ojalá hoy, mientras rezamos, las hagamos conscientes para agradecerlas…) y que lo único que nos pide es dejarnos hacer…Dejarme hacer… Que me deje hacer a tu modo, Señor. 

Agradezco muy hondo experimentar en ese trabajo del Señor en mí lo que es Su Corazón, lo que es su Ser y que tan bonito expresa el salmista hoy:  

El Señor es todo compasión, todo  ternura, conoce nuestra condición, se acuerda de que somos barro. Es el que nos perdona todo, el que cura todo lo que nos duele, el que nos rescata cuando caemos, el que es PACIENTE, el que es todo misericordia desde siempre y hasta siempre…El Dios de las infinitas oportunidades. 

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