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Comentario de la liturgia

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domingo 19 de febrero

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por Eugenia Yasinska

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Ciudadana del mundo, con raíces en Italia, Rusia y Ucrania, desplegando el corazón en otras fronteras y culturas. Llamada a servir en la salud, actualmente atendiendo a la vulnerabilidad de la drogodependencia. Dando pasitos en la Sociedad como candidata entre las religiosas del Sagrado Corazón, en Madrid. Otros pasitos, bailados al ritmo de danza clásica. Sorprendida y movida por la Palabra. Buscadora de los “tesoros escondidos” en este mundo, roto y bendecido.

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Evangelio: San Mateo 5, 38-48

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Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente. 

Pues yo os digo que no opongáis resistencia al que os hace el mal. Antes bien, si uno te da una bofetada en [tu] mejilla derecha, ofrécele también la otra. Al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica déjale también el manto. Si uno te obliga a caminar mil pasos, haz con él dos mil. Da a quien te pide y al que te solicite dinero prestado no lo esquives. 
 
Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. 

Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos, rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y hace llover sobre justos e injustos. 

Si amáis sólo a los que os aman, ¿qué premio merecéis? También hacen lo mismo los recaudadores. 
  Si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? También hacen lo mismo los paganos. 

Sed, pues, perfectos como vuestro Padre del cielo es perfecto.

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Un código antiquísimo sigue marcando aparentemente el rumbo de nuestra historia, aunque en sus mismos rincones ha irrumpido otro tipo de Ley, igualmente antigua, igualmente potente, la del Amor, de la no violencia, de la entrega y de la superación. Sin embargo, a casi un año de la guerra en Ucrania, emblema de otros conflictos más recónditos, o menos mediáticos, me pregunto: ¿cuándo acabará esta espiral de violencia, que parece sin fin? ¿Y qué tiene que pasar exactamente para que dejen el “ojo por ojo”? ¿Importa quién es el culpable o quién tiene razón? Mientras la realidad es que el sol sigue saliendo sobre los malos y los buenos, y llueve sobre justos e injustos. Aunque no lo aceptamos del todo, Dios ha muerto por cada una y cada uno…  

Habitando en mí misma piel -lo absurdo que se ha convertido la hostilidad entre los dos pueblos, (en ruso se llamaban hermanos”, bratia, casi como Caín y Abel)-, me viene a la mente un diálogo leído hace poco de Etty Hillesum en uno de sus Diarios…un amigo le pregunta: “¿qué hay dentro de los seres humanos para querer destruir a los otros?”. Ella le revela: “hablas de seres humanos, pero recuerda que tú también perteneces a ellos. Y esa corrupción de los otros está también en nosotros”.  

Es más cómodo señalar con el dedo, culpar, ponerse en un bando, desahogar nuestras frustraciones, mientras, hace más de dos mil años, Jesús ya ha apremiado: “amad a vuestros enemigos, rezad por los que os persiguen”.   

Y sigue siendo un mensaje extraordinario. Ojalá pueda prevalecer nuestra esencia profunda de ser hijas e hijos del Padre, ojalá nuestra fuerza se vuelque más a sanar, a reparar, a perdonar, a reconstruir, a ceder, hasta a “violentar” nuestro ego, renunciando a imponer y a comandar, si fuera necesario. 

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