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Comentario de la liturgia

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domingo 17 de diciembre

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por Javi Usoz

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Soy profesor jubilado del colegio del Sagrado Corazón de Pamplona. Hace mucho, el Señor me llamó para que intentara poner un poco de color en tanto gris oscuro. Hoy día, me sigue llamando para lo mismo. No me deja descansar. Me dice que tenga ceñida la cintura y que permanezca en vela.

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Evangelio: San Juan  1, 6-8. 19-28

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Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: Este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, de modo que por medio de él todos vinieran a la fe. 
No era él la luz, sino un testigo de la luz. 

Y este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle:

“¿Tú quién eres?”. Él contestó sin reservas: — “Yo no soy el Mesías”. Le preguntaron:  — Entonces, ¿qué? ¿eres tú Elías? Él dijo:— “No lo soy” ¿Eres el profeta?  Respondió: —No. Y le dijeron: —¿Quién eres? Tenemos que llevar una respuesta a quienes nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?   Respondió: 
   —Yo soy la voz que grita en el desierto: Allanad el camino del Señor (como dijo el profeta Isaías) 
Entre  los enviados había fariseos y le preguntaron: 
   —Si no eres el Mesías ni Elías ni el Profeta, ¿por qué bautizas? Juan les respondió: 
   —Yo bautizo con agua. Entre vosotros está uno que no conocéis, el que viene detrás de mí; y al que no soy digno de desatar la correa de su sandalia. 
  Esto sucedía en Betania, junto al Jordán, donde Juan bautizaba. 

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Al tercer domingo de adviento se le llama domingo “Gaudete”, que quiere decir “alegraos”. Esto viene del versículo de la carta a los Filipenses donde Pablo dice: “Estad alegres en el Señor, os lo repito, estad alegres” (Filipenses 4,4).  De este modo, se busca animarnos para seguir preparando con gozo el día grande de Natividad. 

Echamos un vistazo al panorama mundial, y nos preguntamos: ¿cómo vamos a estar alegres?  La tragedia de Gaza no nos oculta otras tragedias (Ucrania, Sudán, cayucos…) El mundo sigue sangrando por heridas que están lejos de curarse, y nuestro entorno a menudo vive crispado por distintas tensiones y dramas que nos rodean.  

Cuando yo estaba en la universidad, en mi piso de estudiantes teníamos un cartel con una frase atribuida a Bertolt  Brecht que decía: “En los tiempos sombríos, ¿se cantará también?  /// También se cantará…. sobre los tiempos sombríos”. 

En el Evangelio de hoy Juan, tras explicar por activa y por pasiva que él no es Elías, ni el Mesías ni el profeta, nos deja un mandato claro y preciso: Allanad el camino del Señor.  

Sí, si el Señor volviera hoy, se encontraría demasiada injusticia, demasiadas víctimas, demasiada infelicidad, demasiado sufrimiento y sinsentido. Allanadle el camino. Aunque estéis perdiendo la esperanza, Allanadle el camino. Aunque no tengáis ganas de cantar, ni estéis alegres, Allanadle el camino.  Y procurad, más allá de vuestras ganas, cantar. Cantad con la letra de “Samba de mi esperanza”: Estrella tú que miraste, tú que escuchaste mi padecer. Estrella, deja que cante, deja que quiera como yo sé”. Y añadid este bello canto a la burra que va a Belén rodeada de destrozos. 

“Porque tu canto derrama amor”. Amor que se hace carne para decirnos: ¡¡¡GAUDETE!!! Pero estad alegres…. en el Señor. En él, la alegría serena que brota de dentro, sin ignorar la realidad. La alegría de recibir la visita del Sol que viene de lo alto. En estos tiempos sombríos, solo queda seguir incansablemente allanando caminos, y cantar  Gaudete a la estrella que vino a dar sentido a tanta noche sombría. 

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Allanad los caminos 

 Estrella deja que cante…. 

 GAUDETE 

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