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Comentario de la liturgia
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domingo 15 de diciembre
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por Mariola López Villanueva RSCJ
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Evangelio: San Mateo 11, 2-11
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En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras de Cristo, le mandó a preguntar por medio de dos de sus discípulos: <<¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?>>. Jesús les respondió: <<Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia. ¡Y dichoso el que no se sienta defraudado por mí!>>. Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: ¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis, a ver un profeta? Sí, os digo, y más que un profeta: él es de quien está escrito: Yo envío mi mensajero delante de ti para que prepare el camino ante ti. Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista, aunque el más pequeño en el reino de los Cielos es más grande que él>>.
[/vc_column_text][vc_column_text]EVANGELIO DIARIO 2019 – Edit Mensajero – Librería Claret[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]
Juan está desconcertado porque las cosas no salen como él las esperaba.
Qué bien podemos reconocernos en esas expectativas que no se cumplen, proyectos que después de mucho empeño se frustran, realidades que imaginábamos y que no llegan del modo en que habíamos previsto. Y, tentados por el desánimo, nos preguntamos si tenemos que seguir esperando otros tiempos en que las circunstancias sean más favorables. El Señor nos saca de estas situaciones abriendo nuestros ojos a la realidad: hay tantos lugares donde despunta callada la Buena Noticia, tanta sanación por alumbrar, tanta bendición anónima que recibir a través de de los sencillos… Jesús ensalza la vida de Juan y la agradece, porque a su manera – sin comprender del todo hasta dónde llegaría la incondicionalidad de su amor- preparó con sus palabras y sus gestos la eclosión del reino desde los frágiles y pequeños de la tierra. ¿Vamos recogiendo y cosechando estas señales? ¿Ponemos en nuestra vida cotidiana los ojos y los oídos en la dirección de los rostros más vulnerables del tiempo que nos toca vivir? Escondido en ellos, es Dios mismo quien nos trae alegría y salvación.
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