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Comentario de la liturgia

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domingo 13 de diciembre

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por Ana Luengo

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Evangelio: San Juan 1, 6-8.19-28

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Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. Y este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran:
«¿Tú quién eres?».
El confesó y no negó; confesó:
«Yo no soy el Mesías».
Le preguntaron:
«¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?».
Él dijo:
«No lo soy».
«¿Eres tú el Profeta?».
Respondió:
«No».
Y le dijeron:
«¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?».
Él contestó:
«Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías».
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:
«Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?».
Juan les respondió:
«Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia».
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

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«Cada vez que leo este Evangelio siento admiración por la humildad y la fortaleza de Juan.  Tenía muchos seguidores, y hasta los sacerdotes y levitas van a verlo para saber más, para averiguar si él es el enviado; y él podía haberse dejado seducir por la situación atribuyéndose lo que no le correspondía, algo tan común en nuestra frágil condición humana. 

Esa fragilidad nuestra es la que necesita que cíclicamente tengamos pararnos, darnos el tiempo y el espacio necesarios para ser conscientes de nuestra verdad, y podamos soltar los pesos innecesarios que vamos acumulando y que le van quitando espacio a lo esencial, a la verdad, el amor y la luz. 

Estamos en pleno Adviento, uno de los tiempos litúrgicos más hermosos, porque esperamos el nacimiento de una nueva Vida, del Amor en todas sus dimensiones, de la Esperanza y el Perdón. 

Otro año más deseo prepararme intentando hacer un humilde silencio interior. Este año, ciertamente es diferente debido a la realidad que vivimos. Pero dentro de esa toma de conciencia, lo primero que resuena en mi interior es que, para mucha gente este año no será tan diferente, puesto que su situación anterior ya era igual de mala. También me asalta el ser consciente de que otras generaciones vivieron tiempos mucho peores. 

Voy a ver si logro adentrarme en mi desierto y resetear mi espacio interior. «

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