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Comentario de la liturgia

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domingo 11 de julio

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por Ferran Torelló

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Evangelio: San Marcos 6, 7-13

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En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.
Y añadió: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

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En el Evangelio de hoy, Marcos nos narra como Jesús envía a sus discípulos, de dos en dos, a predicar. Hasta ese momento han acompañado a Jesús en su predicación de pueblo en pueblo, lo han  ido conociendo y han recibido sus enseñanzas. Pero ha llegado el momento de empezar a difundir la Buena Nueva: la noticia que Dios nos ama  y que nos ha dado la vida para hacernos felices. Esta noticia es para todo el mundo. Nadie debe quedar al margen del mensaje liberador de Jesús ni quedar  excluido  del amor de Dios. La salvación es para toda la humanidad.

Jesús comparte su misión con ellos, los implica, los compromete y los hace participar de la misma para que actúen igual que Él. Jesús los empodera. No los envía de cualquier manera, les da instrucciones precisas. Que lleven un bastón, unas sandalias, una sola túnica, ni comida ni dinero. Es un estilo pobre y austero. Un estilo itinerante, siempre en camino, sin ataduras, solo con lo imprescindible, con una confianza total en el Señor.

Significa todo un reto para ellos y también para nosotros. La sociedad nos crea necesidades superfluas, nos empuja más al tener que al ser, a buscar la satisfacción individual por encima de la colectiva,  a mirar hacia otro lado ante el sufrimiento del prójimo y ante las injusticias. El papa Francisco dijo en una ocasión que a los cristianos no nos basta con ser buenas personas, con cumplir la ley y los mandamientos de Dios. Debemos actuar, comprometernos activamente en la construcción del Reino de Dios, anunciar la Buena Nueva, vivir y actuar a la manera de Jesús, ser testimonios, con un estilo de vida acorde con el Evangelio. Es preciso salir de nuestra zona de confort  y acoger, escuchar, ayudar, acompañar  a los demás, sobre todo a los más necesitados, a los olvidados, a los que no importan a nadie.

Hoy en día el mensaje de salvación  aún no ha llegado a todo el mundo, todavía queda mucho trabajo por hacer. Como cristianos que hemos recibido la Buena Nueva, ¿Nos sentimos enviados a difundirla? ¿A ser testimonios con nuestra palabra y nuestra vida?

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