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Comentario de la liturgia

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domingo 1 de mayo

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por Teresa Gomà, RSCJ

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Evangelio: San Juan 21, 1-14

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Después Jesús se apareció de nuevo a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Se apareció así: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos. 
  Les dice Simón Pedro: 
   —Voy a pescar. 
   Le responden: 
   —Vamos contigo. 
   Salieron, pues, y montaron en la barca; pero aquella noche no pescaron nada. Ya de mañana Jesús estaba en la playa; pero los discípulos no reconocieron que era Jesús. 
  Les dice Jesús: 
   —Muchachos, ¿tenéis algo de comer? 
   Ellos contestaron: 
   —No. 
  Les dijo: 
   —Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis. 
   La echaron y no podían arrastrarla por la abundancia de peces. 
  El discípulo predilecto de Jesús dice a Pedro: 
   —Es el Señor. 
   Al oír Pedro que era el Señor, se ciñó un blusón, pues no llevaba otra cosa, y se tiró al agua. Los demás discípulos se acercaron en el bote, arrastrando la red con los peces, pues no estaban lejos de la orilla, apenas doscientos codos. 
  Cuando saltaron a tierra, ven unas brasas preparadas y encima pescado y pan. 
  Les dice Jesús: 
   —Ahora, traed algo de lo que habéis pescado. 
  Pedro subió a la barca y arrastró hasta la playa la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aunque eran tantos, la red no se rompió. 
  Les dice Jesús: 
   —Venid a almorzar. 
   Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó pan y se lo repartió e hizo lo mismo con el pescado. Ésta fue la tercera aparición de Jesús, ya resucitado, a sus discípulos.

[/vc_column_text][vc_single_image image=»9631″][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]Las apariciones del resucitado nos descolocan, porque todo lo que sucede tras la muerte despierta en nosotros mezcla de curiosidad y temor. Los primeros discípulos, mujeres y hombres, tienen que afrontar un tiempo nuevo desde esa incertidumbre paralizante. Es por ello que Jesús tiene que compensar ese bloqueo con sus apariciones, tan reales (“venid a desayunar”) como liberadoras (“no tengáis miedo”).

Como en aquel tiempo, también ahora vivimos temerosos por un virus que no acaba de irse, por una crisis que hace tiempo planea sobre nuestra sociedad, por una guerra a las puertas de casa con la que no contábamos… También ahí Jesús regresa de nuevo y nos recuerda la importancia de creer, de confiar, de alentar la esperanza en algo nuevo todavía sin forma definitiva. Y a esa esperanza nos acogemos, afirmando “es el Señor ”, del que sabemos viene todo lo bueno, y por el que nos sabemos acompañados en lo que nos cuesta vivir o que no llegamos a entender.
Si tenemos capacidad de elegir, vivamos como cantó Rosana hace ya unos años:

Sin miedo sientes que la suerte está contigo
jugando con los duendes, abrigándote el camino,
haciendo a cada paso lo mejor de lo vivido,
mejor vivir sin miedo.

volviendo a escuchar esta renovada versión de esta canción:[/vc_column_text][vc_video link=»https://www.youtube.com/watch?v=6VKoTrkMhGs»][/vc_column][/vc_row]

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