Entrevista Llum Delàs sobre 30 años Fundació Roure

1 – ¿En qué ha evolucionado la realidad que atiende Roure en estos 30 años?

Ha evolucionado al ritmo que evoluciona la Sociedad a la cual sirve.
Empezó cuando se organizaban las Olimpíadas en Barcelona: no queríamos que los barrios más pobres de la Ciudad quedaran “escondidos” de la remodelación que se hacía de la ciudad en aquellos momentos. Encontramos colaboración en nuestra lucha.

Se empezó cuidando a la gente mayor del barrio, con un Centro de Dia que acogía y acompañaba a personas mayores vulnerables y solas. Hoy sigue pero con mayor complejidad y dependencia de las personas atendidas.
Se añadieron pequeños servicios que ayudaban al barrio de S.Pere, Santa Caterina y la Ribera, los barrios más antiguos de la ciudad con edificios viejos sin ascensor. Allá se fue para servir en los domicilios precarios y sin recursos. Y se añadieron servicios externos de lavandería y tienda solidaria de segunda mano.

Poco a poco fueron llegando emigrantes: personas en pateras que necesitaban ser acogidos, orientados, alimentados, regularizados. Personas que vivían del “top manta” y a quienes ofrecíamos ayuda para regularizar su situación, formar e insertarlos en trabajos normalizados.

Estoy convencida de que hemos evolucionado porque hemos sido flexibles cambiando estilos y dedicaciones a medida que nos lo pedía la situación: la pandemia Covid ha sido nuestra gran maestra: nos declaramos servicios esenciales y nunca nos confinamos. En vez de voluntarios mayores que no podían salir de casa, vinieron los estudiantes cuando se cerraron las universidades, nuestro taller de costura dejó de producir y se puso a hacer batas para hospitales y hoteles que acogían enfermos, mascarillas, gorros y peucos. Cuando nos cerraron el centro de día, íbamos nosotros, casa por casa, a cuidar a las personas mayores: con la medicina adecuada, la dieta cocinada, le hacíamos la higiene en casa o los afeitados, etc.

2 – ¿Cuáles son los retos que os planteáis ahora mismo?

En estos momentos, los retos han aumentado porque la pobreza y la precariedad han aumentado.
El miedo hoy es un factor que destruye el bienestar. Es consecuencia de ver amenazas aquí y allá: virus, guerras, cambio climático, violencia y suciedad en las calles, salud mental deteriorada por muchos factores pero en gran medida por el consumo de drogas. La escasez de vivienda social o asequible produce el abandono de los hogares y la vida en la calle. La soledad de las personas mayores, vivida sin quererla y sufrida día a día, les deteriora enormemente. La inflación que repercute en la cesta de la compra y la necesidad de una alimentación adecuada. La pérdida de los valores morales y religiosos por unos medios de comunicación manipuladores. Estos y muchos más son los factores que nos están empujando a crear servicios adecuados: acompañar, crear vínculos, ayudar a superar la brecha digital para salir adelante, formar, buscar nichos de trabajo para poder formar e insertar laboralmente a quien necesita y quiere trabajar, aunar solidaridades de personas, grupos, Entidades, contar con la responsabilidad social corporativa del tejido empresarial. Crear redes complementarias de servicios imprescindibles… etc.

3 – ¿Cuál de los proyectos que impulsáis consideras más innovador?

Sin duda alguna el taller de costura. Así lo reconocen los empresarios referentes de Barcelona (recibimos un premio en el BIZ Barcelona a la empresa innovadora). Sencillamente porque entendimos que nos teníamos que especializar en el reciclado y en la economía circular: aprovechar los tejidos usados, reciclarlos y volver a utilizarlos en prendas nuevas que las empresas nos pedían. También llegó el reciclado de las botellas de plástico para tejer ropa destinada a la uniformidad de las empresas. Hemos aprendido mucho. Con la producción podemos invertir en cursos de costura a hombres y mujeres que quieren colocarse en empresas del sector. Ya sabemos que vuelven las empresas textiles que antes teníamos en Cataluña y que desaparecieron. Vemos que ahora se necesitan porque hay menos importación de China. Es un nicho de inserción laboral muy importante en estos momentos.

4 – ¿Algunos aprendizajes personales de tu trabajo en Roure?

He aprendido a delegar, a luchar por las causas justas sin miedo, a liderar más que a mandar. A medida que uno se va haciendo mayor hay que cambiar la implicación: dejar ámbitos de gestión y crecer en acompañamiento de personas y de instituciones.

El discernimiento, el buscar la voluntad de Dios para nuestro mundo enfermo, el trabajo solidario y en red con otras instituciones, quitan el veneno del protagonismo y me sitúan en el servicio mucho más que en el poder.

También estoy aprendiendo a fracasar con los que fracasan y a alegrarme con los que se alegran de los éxitos que alcanzan.

He aprendido y todavía estoy en ello a transformar desde dentro las organizaciones: que mande quien entienda y conozca más de un tema. Que trabajemos por consenso en lugar de por votaciones o mayorías. Es un gran reto y muy bonito en estos tiempos de fracaso de muchas “democracias”.

Las diversas culturas a las que atendemos me enseñan cuáles son sus fortalezas y es a partir de ellas como podemos acompañarlas para que lleguen a ser autónomas en una sociedad tan precarizada como la nuestra.

Nunca como ahora he necesitado tanto la oración para centrarme sólo en el amor. El amor primero recibido y ese mismo ofrecido. No el mío tan pequeño y egoísta. Tenemos una espiritualidad contagiosa.

 

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